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Día D, desembarco de Normandía: «Les sanglots longs des violons de l’automne…»

Día D, desembarco de Normandía: «Les sanglots longs des violons de l’automne…»
Esteban Villarejo el

Por una de esas extrañas razones que rara vez revisten las guerras con actos nobles, justos y ciertamente románticos, dos versos del poeta maldito francés Paul Verlaine («Les sanglots longs des violons de l’automne/ blessent mon coeur d’une langueur monotone»)* fueron los escogidos por el mando aliado para anunciar a la Francia ocupada y a todo el movimiento de la Resistencia que el día de la liberación de Europa se acercaba tras cuatro años de ocupación nazi. El Desembarco se acercaba. El inicio del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Estados Unidos y Gran Bretaña se unirían en tamaña empresa bajo el mando del jefe supremo de la invasión, el general estadounidense Dwight D. Eisenhower. Fue el «DíaD», 6 de junio de 1944. La «Hora H», 06.30. El lugar, las playas francesas de Normandía. «Ok, adelante».

 

Los aliados planean el desembarco en Normandía a bordo del USS «Samuel Chase» /ARCHIVO ABC

 

La radio británica BBC retransmitió el primer verso el 1 de junio. El segundo, cuatro días más tarde. Era la señal, el aluvión aliado estaba preparado. La denominada Operación Overlord, —«la acción militar más difícil que jamás se haya llevado a cabo», en palabras del entonces primer ministro británico, Winston Churchill— desplegaría en sus primeras 24 horas 4.000 lanchas de desembarco, 600 buques de guerra, 2.000 aviones y 87.000 soldados en su mayoría estadounidenses y británicos— aunqueno faltaron tropas y voluntarios canadienses, franceses, checos, polacos… y españoles—. Todo ello para contrarrestar la defensa de unas 70.000 tropas alemanas.

Asimismo unos 20.000 paracaidistas, lanzados la noche anterior, se encontraban ya detrás de las líneas nazis con el objetivo de asegurar vías de comunicación y provocar sabotajes. Los ciudadanos de los pueblos normandos de Sante Mère Eglise y Sante Marie du Mont abrazaron con esperanza y temor aquella lluvia de «sábanas blancas» .

El éxito de la Operación Overlord estribó en la propia naturaleza de la misma: su atrevimiento. Más no se debe olvidar que el factor sorpresa junto con una cadena de inexplicables errores del Ejército del Tercer Reich terminaron por sentenciar las primeras veinticuatro horas del desembarco. Aquella jornada considerada por el mariscal de campo alemán Erwin Rommel como decisiva: «Será en las playas donde se decidirá el curso del desembarco. Será el día más largo».

 

Soldados estadounidenses bajan de las lanchas de desembarco / ARCHIVO ABC

 

Ni el lugar del desembarco parecía el más lógico. Todo hacía prever que los aliados elegirían para el despliegue el Paso de Calais, el punto más próximo a Gran Bretaña. Ni el día parecía el más oportuno —aunque las mareas y las horas de luz favorecieran a priori—: tan sólo dos días antes el Canal había sufrido el peor temporal en veinte años. La resaca aún se dejaba notar.

Así las cosas, nada hacía presagiar al mariscal de las tropas alemanas en Francia, el general Gerd von Rundstedt, encargado de proteger el muro del Atlántico, que estadounidenses y británicos decidieran abrir un segundo frente occidental en la fase decisiva de la Segunda Guerra Mundial, cuando las divisiones del general soviético Georgy Zhukov se abrían paso con facilidad en el frente oriental.

 

Foto de Robert Capa sobre el Desembarco de Normandía

 

Error capital el de Von Rundstedt al que habría que sumar el hecho de que los alemanes tan sólo contaban el día del asalto con una división Panzer en la zona; el general Rommel se encontraba de visita familiar; Hitler no fue informado del desembarco hasta que no se despertó de su profundo sueño; además el mando nazi creyó que el despliegue inicial en Normandía no era sino una maniobra de artificio que escondía el verdadero propósito de desembarcar en Calais. Toda una cadena de despropósitos que permitieron a las tropas aliadas ganar tiempo, desembarcar en Normandía, asegurar cabezas de puente en las playas y avanzar hacia el interior.

A las seis y media de la mañana del «Día D», los soldados aliados, procedentes de diversas localidades costeras británicas (el cuartel general se encontraba muy cerca de Portsmouth) tocaron las orillas de cinco playas distintas, cuyos códigos respondían a los nombres de Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword. El desembarco se realizó en una área que comprendía 90 kilómetros de costa, entre Cherburgo y Le Havre. Atrás, en Gran Bretaña, aguardaban aproximadamente dos millones de soldados prestos a entrar en acción.

 

Portada de ABC sobre el Desembarco de Normandía

 

Durante esa jornada, las bajas, aunque menores de las esperadas (12.000, de las cuales 4.500 eran muertos; 20.000 muertes civiles además), fueron tan graves y los progresos tan acotados que el Alto Mando aliado pudo llegar a creer que la batalla estaba perdida. No fue así. El avance de los aliados liderados por el general británico Bernard Montgomery, y los estadounidenses George Patton y Omar Bradley sería imparable en los meses posteriores, aunque no ausente de dificultades. Ya toda Europa comenzaba a soñar con el día de la liberación. Y de paso la carrera hacia Berlín, entre la Unión Soviética, por un lado, y EE.UU. y Gran Bretaña, por el otro, había comenzado.

*Del poema Canción de Otoño: «Los largos sollozos de los violines del otoño/hieren mi corazón con una monótona languidez».

 

Rifles cruzados como cruz junto a un soldado muerto en Normandía / REUTERS

 

En Twitter: @villarejo

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