“Lo que vemos y lo que oímos puede engañarnos, pero no lo que olemos”. (Madonna)
La reina del pop es la autora de esta frase que ha sido casi premonitoria de lo que algunos hemos sentido escuchando su concierto en Barcelona y oliendo su perfume.
Lo que vi y oí ayer en el Palau Sant Jordi tuvo un alto impacto audiovisual, pero musicalmente me sentí engañada.
Quizá porque esperaba más.
El concierto de la ambición rubia me dejó con la sensación de “conciertus interruptus”. Como si su ‘Celebration’ se hubiera suspendido antes de llegar al climax.
Y quizá, porque esperaba menos, Truth or Dare by Madonna – la colonia de esta diva – me ha parecido provocativa, atrevida, adictiva… y muy dulce!
Seguro que en esto último, tiene algo que ver que soy madre y me ha tocado la fibra sensible que haya declarado que “el mayor recuerdo que tengo de mi madre es su perfume. Siempre olía a gardenias y a nardo. Un aroma embriagador, femenino y misterioso. Lo llevo conmigo a todas partes”.
Su creación (en la que ha estado muy implicada realmente) es un peculiar bouquet de flores blancas (donde predomina enormemente el nardo) con la particularidad de que le han añadido notas golosas como la de vainilla o el ámbar caramelizado, que le dan un carácter narcótico, adictivo. Y como no podía ser de otra manera, la sensualidad la pone el almizcle.
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