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Desprecios visibles o invisibles

Desprecios visibles o invisibles
Maria C. Orellana el

 

Hace más de 25 años que mi amiga A. terminó la carrera de Ciencias Físicas y ahora es una profesional consumada de la venta de tecnología. En sus espléndidos 50 años con una cabeza muy bien amueblada, conversación inteligente, buena planta de 1,70 y estilo, melena rubia y aspecto natural, acumula una enorme experiencia plagada de éxitos comerciales en diferentes multinacionales de hardware y software.

Llevaba seis meses trabajando para la filial de una empresa tecnológica china cuando se presentó un nuevo director comercial procedente de la matriz, que la citó para mantener la evaluación tras el periodo oficial de prueba. Su nuevo jefe prácticamente no la había tratado (había aterrizado en Madrid hacía poco más de dos semanas) así que A. imaginó una entrevista “fácil” en la que empezarían a conocerse y a trazar planes profesionales.

Dada la novedad del jefe y su escaso dominio del inglés (en español prácticamente solo sabía decir fórmulas de educación como buenos días y gracias), acompañaba en la entrevista la directora de recursos humanos en papel de soporte y traducción ocasional.

A poco de empezar, el jefe no se cortó para expresar en alto sus más íntimas opiniones: “Mujeres no son buenas” y “además tú eres vieja”. Reteniendo a duras penas los ojos en sus órbitas, mi amiga se volvió a la tercera en la sala, que le respondió con un gesto de resignación. Durante la entrevista, A. supo dar respuestas acertadas y opiniones perspicaces sobre el negocio, pese a su tensión interior que no la abandonó ni un solo minuto. Nada más terminar pidió explicaciones a la directora de recursos humanos, que le despachó un “no ha sido correcto, pero no se lo tengas en cuenta, comprende que viene de otra cultura”.

Cuando meses después mi amiga comunicó a su jefe que cambiaba de empresa, éste se limitó a emitir un lacónico “lo entiendo”.

No hace falta tener un jefe chino con una verborrea directa para recibir mazazos sexistas cuando simplemente quieres ejercer un cargo profesional en igualdad de condiciones. A menudo las mujeres sufrimos muchos desprecios invisibles por parte de los macho-men que con maneras altivas, autoritarias o impresentables (escondidas bajo máscara de educación) acaparan la dirección de las empresas, aún en aquellas que hacen de la innovación y la modernidad su bandera…

 

Puedes seguirme en twitter @mariac_orellana

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