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Falsos presupuestos

Falsos presupuestos
BARCELONA.- 1992.- JUEGOS OLÍMPICOS
Jesús García Calero el

No aprendemos, querido Sans-délay. Una y otra vez acomodamos el pensamiento a los presupuestos falsos con una fe insólita en todo lo que hemos decidido creer que va a pasar. Y no nos movemos de ellos, por más que la realidad nos empuje fuera del círculo mágico de nuestra suposición. Nos ocurre en el terreno personal, donde nos cuesta absorber los cambios, y mucho más, como tú sabes, en la ventanilla pública.

Un apunte sobre esto: no sé si lo has olvidado, querido Sans-délay, pero nos van a dar las uvas una vez más sin tener presupuestos aprobados para el año entrante, y eso en la cultura se traduce en que cerramos 2017 sin arreglar el tema del IVA del cine, por ejemplo, aunque llevara meses aprobado. Y como entonces: «Vuelva ud. mañana». Y hay casos peores. Pero ya nadie protesta.
Todo gestor de una institución cultural sometida al erario público sabe a qué me refiero. Museos, fundaciones, Academias y centros que deben hacer otra vez sus números sobre presupuestos falsos, sobre la inercia de números anteriores y como mucho jugar con el aumento que se crea posible o aceptable. Todo muy serio y matemático. Gente y centros que podrían mejorar sus objetivos si la política no nos invadiera como los ultracuerpos. En tus tiempos, querido Sans-délay, era esencialismo y pereza. Ahora solo es postureo, palabra recién sumada a nuestro diccionario y a nuestra sociedad. Tal vez somos menos sólidos…

Lo peor es que la vida cultural queda un año más excluida -como otros sectores, claro está, pero aquí nos dedicamos a este- de la cacareada mejora de las cifras macroeconómicas. Entre nosotros: todo se aplaza y la fuerza creativa se convierte, como entonces, en malestar en la cultura, o simple tortícolis.

Los falsos presupuestos nos despegan de la realidad de los hechos, tan querida por Wittgenstein. Y nos acostumbramos a cojear, callamos, explicamos todo, como la tele, con el aburrido problema catalán, que si no hay presupuestos porque el PNV no quiere hacerse una foto con el gran aplicador del 155…

¿Por qué? -me preguntas-. No lo sé… pero dicen que el Tao que se puede expresar con palabras no es el verdadero Tao, y en el tema catalán todo es, como mucho, mi querido Sans-délay, purito retuiTao.

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