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Blogs Un poco de silencio, por favor... por Israel Viana

¿Standstill o Enric Montefusco?

¿Standstill o Enric Montefusco?
Imagen de Standstill en 2003
Israel Viana el

Sé que el próximo post va a sonar al típico «antes sí que molaban, cuando no los conocía nadie, cuando tocaban en sitios pequeños». Pero no es cierto. Mi impresión sobre los dos últimos discos de Standstill nada tiene que ver con sus éxitos (de los cuales me alegro de veras) y sus fracasos, ni con salas grandes y pequeñas, ni con que sean más o menos cañeros, pero obviamente está basada en haberlos seguido desde que sacaran «The Ionic Spell», en 2001.

Ese año fue el primero que fui a verles en directo. Quizá antes, no estoy seguro, en la sala Sirocco. En 1998 habían publicado el mini-LP «The Tide», en Heart in Hand, un sello con poca vida que montaron algunos de los miembros de A Room With a View, posiblemente la banda que más admire de todas cuantas he escuchado en España, por desgracia desaparecida hace ya 10 años. Por eso me sorprendo a veces cuando me topo con seguidores de Standstill que creen que su primer disco es «Vivalaguerra», publicado en 2006.

Laura Riestra, compañera y autora del blog «Performance & Cocktails» (publicidad gratuita que se pagará con un refrigerio), seguidora de la banda y confesa enamorada de canciones como «Adelante, Bonaparte», es una de ellas. El otro día le puse «Two minutes song», la primera canción de Standstill que yo escuché por casualidad en 2001, y preguntó incrédula: «¿En serio? ¿Son los mismos?». Pues sí, lo son. Y fue con ese mismo temazo lleno de intensidad y expresividad, que duraba menos de dos minutos, con el que yo quedé tan impresionado que la banda me cogió por el cuello y me arrastró con ella durante años. Pero es verdad, parecen dos bandas diferentes en vez de una.

No creáis que yo escuchaba sólo hardcore y sus cansinos derivados «post» de aquella época. Es cierto que estaba (y estoy) enamorado de bandas como Fugazi, Hoover, Slint, June of 44, Aina, The Ex o los ya nombrados A Room With a View, pero también alucinaba (y alucino) con The Smiths, Will Oldham, Bill Callahan, Leonard Cohen, Galaxie 500, Pavement, REM, Yo La Tengo, y hasta con Erick Truffaz, John Zorn, Maceo Parker o Chet Baker (…perdonad por ir de sobrado). Pero aquel «The Ionic Spell» me fascinó tanto que aún a veces me pongo temas como «Accomplice», «Naked monkey», «Sunrise people in sunset days» o «Angelica» camino del trabajo. Eran directos, originales, con un estilo propio, aún cantados en inglés y con un Enric Montefusco que se dejaba la garganta a grito pelado.

Desde entonces –cuando la banda estaba formada, además de Montefusco, por Piti Elvira y Ricky Lavado, que aún continúan; el guitarrista Carlos Leoz, que abandonó para continuar con Half Foot Outside, o el bajista Elías Ejido, que comenzó después su propio proyecto de música instrumental, Eh!, altamente recomendable– nunca he dejado de verlos en directo. En salas pequeñas como Siroco o la sala Swell de Leganés, junto a Aina o A Room With a View, o en espacios más grandes como Joy Eslava. Sin importar si cantaban en inglés o en español. Y he comprado todos sus discos. Todos, hasta este último: «Dentro de la luz».

Y es aquí donde vienen mis «peros», después de los elogios merecidos. Desde que publicaran «Adelante Bonaparte» (2010) creo que directamente la banda se ha vuelto previsible y algo sosa. Sé que muchos ahora estaréis poniendo el grito en el cielo, pero así lo veo. Nada tiene que ver esta sensación mía con la intensidad (que en música suele erróneamente medirse, creo, por el volumen del amplificador, la distorsión de las guitarras y la velocidad de las canciones), sino más bien con la capacidad de sorpresa, el haberse acomodado en un sonido lánguido y, sobre todo, el haber pasado de ser u grupo a convertirse en una especie de proyecto personal de Montefusco.

Hasta la publicación de este disco, todas las composiciones se atribuían a Standstill como banda, pero en los dos últimos trabajos todo se ha centralizado en el cantante y guitarrista, que aparece como autor único de la composición musical, las letras y la composición artística. Ahí es nada. La primera vez que escuché «Adelante Bonaparte» reconozco que me llevé cierta desilusión. Con alguna canción realmente bonita como «Vida normal», pero demasiado largo. «Vivalaguerra» me había parecido un disco buenísimo, original, diferente, difícilmente encasillable y que me llevaba por varios estados de ánimo. Además, se acababan de pasar a la autoproducción dejando Bcore y montando su propio sello, Buena Suerte, lo que para mí le añadía un plus de valor.

Cuando después de llevarme cierta desilusión con la música de Bonaparte descubrí en el libreto que las canciones eran «solo» de Montefusco y el resto de miembros aparecía algo así como músicos de acompañamiento, esa desilusión se transformó en un poco en rabia, lo reconozco. «Dirección artística, composición musical y lírica» se atribuía de repente el cantante, mientras que el resto aparecía como banda «en el estudio». ¿Qué ha pasado? ¿Es que antes también hacía la música él pero se la firmaba a la banda? Supongo que no. ¿Por qué está concentración de papeles?

Lo cierto es que Standstill, como banda surgida de la escena hardcore de Barcelona, siempre ha sido capaz de evolucionar, haciendo de cada disco una nueva sorpresa a pesar de lo cambios de formación, un gran salto en el estilo hacia formas musicales cada vez más complejas y menos encasillables, alcanzando el cénit en ese «Vivalaguerra» (2006) que fue elegido mejor disco nacional de la década por la revista «Mondosonoro» en 2009. Y es justo en los dos últimos discos «de Montefusco» donde esa capacidad de sorpresa se ha perdido para mí, donde he visto una menor evolución entre ambos trabajos. Tengo una sensación agridulce de que lo que venga en el futuro ya me lo conozco. Como si el grupo, o Montefusco, se hubiera asentado en un lugar donde canciones como «Conjuro de todos los tiempos», «Adiós, Madre, Cuídate», «Tocar el cielo», «Me gusta tanto», «Vuela, extranjero» o «La casa de las ventanas» ya no me dicen nada. Hay alguna excepción como «Pequeño pájaro», pero la mayoría pasan por mis cascos sin dejarme ninguna huella. Desconozco como trabajaron desde 1998 hasta 2010, pero si hago caso de los créditos, tan solo puedo llegar a la conclusión de que me gustaban más Standstill que Enric Montefusco.

Baste decir que cada uno hace la música que le sale de los… y no parece que les vaya mal. Es más, les va mejor que nunca habiendo colocado «Dentro de la luz» entre los cinco discos más vendidos de España, algo a elogiar si tenemos en cuenta que siguen autoproduciéndose. Solo por eso, suerte, porque por cada fan que pierdan como yo, se están ganando cientos.

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