Rosa Belmonte el 14 jun, 2007 El gong tiene esa cosa adictiva (y pelÃn vergonzante) que tenÃa El semáforo (antes de que al pobre Cañita Brava le pusieran el frac y a cantar en plan Los tres tenores con los otros dos gañanes y lo desgraciaran). MatarÃa al tal Enric (tan, tan TNT, tan, tan inútil en el programa) y maldita la gracia de los chistes del alto (y vivo) de los Sacapuntas. Pero, además de que Paz Padilla me caiga bien, está el hallazgo de algunas joyitas en el espacio (demasiado pocas para lo largo que es El gong, pero ahà está la gracia del zapping). A ver, una perla. HabÃa dos chicos y dos chicas que bailaban rock (Rock por cuatro se llamaban). Eran como dos pares de gemenos sin tocarse nada. Lo bueno fue la presentación, cuando decÃan su nombre y a qué se dedicaban. Una de ellas va y suelta: ‘Soy fulanita y estoy estudiando… en una autoescuela. Me estoy sacando el carnet de conducir’. Luego habÃa un tÃo que hacÃa música con las uñas. De las manos. Tamborileaba las de una mano contra las de otra, como si tocara las castañuelas. HabÃa que ver las garras del pollo. Un asco, tú. Paz Padilla le preguntó si le rascaba la espalda a su mujer y el hombre dijo que era soltero. Hombre, pues claro, cómo va a estar casado con esas zarpas (ni los concertistas de guitarra clásica las tienen asÃ). Antonio, que ese era su nombre (y, por tanto, era su santo) habÃa asegurado que la curiosa actividad la habÃa aprendido en una pelÃcula del Oeste (aquà voy a pedir el servicio de socorro de RNE: Dios, necesito saber en qué pelÃcula sale eso porque a mà no se me ocurre). Lógicamente, lo de las uñas me ha recordado a Faemino y Cansado. En realidad, todo el programa tiene como el espÃritu de Faemino y Cansado, quiero decir que es algo que elllos podÃan contar. Es material perfectamente ignominioso. Voy a lo de las uñas. No he encontrado el vÃdeo (aunque aquà dejo un montón, y que no me oiga Lequio; no los he visto todos, asà que quizá esté): El tÃo que se sube al trampolÃn de la piscina, pone la postura del ángel, está a punto de saltar y pregunta a los de abajo: ¿Qué parezco? ¿Qué parezco? Un águila. ¿Por la postura? No, por esas uñas, que parecen mejillones. Córtatelas, tÃo cerdo. Hemeroteca Comentarios Rosa Belmonte el 14 jun, 2007