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Blogs Enciende y Vámonos por Rosa Belmonte

Lifting Jungle

Rosa Belmonte el


 


Aunque ya la había visto en los Emmy (yo prefiero ser una vieja como Betty White), la cara de Mary Tyler Moore sigue impresionando. Era la madre de Brooke Shields en el primer episodio de la segunda y última temporada de Lipstick Jungle en Fox (o de Lifting Jungle). Diane Baker, dos años menor, como madre de House en el capítulo de la muerte del padre, tiene un aspecto razonable (y una querencia maternal por médicos malafollás, aunque en El silencio de los corderos su hija todavía no hubiera hecho la carrera). Y no digamos Lauren Hutton, como publicista de los chicos en Nip Tuck (en la quinta, ya en Los Ángeles, que la semana pasada empezó a poner Calle 13, en la que Portia de Rossi hace de novia de la Richardson, que lleva a su propia mamá Redgrave a la serie). Viendo a la Hutton, no me extraña que David Delfín se haya separado las paletas con un aparato. 


 Pero vuelvo a la chica de la tele. Deben de haber utilizado con ella la misma técnica quirúrgica que con Rupert Everett, ésa que hace que los ojos se te queden como olivas de cuquillo. No voy a tomar muchos berrinches porque Lipstick Jungle se acabe (aunque Brooke Shields, que asegura que hay una enorme base de fans, con un par, no lo dé por seguro). Pero tampoco los tomo por el fin de Pushing Daisies, por el de Dirty Sexy Money o por el de Eli Stone (por ésta, por la que menos). De momento, Private Practice, que también es de cosecha reciente, tiene asegurada la temporada. Pero es que creo que cuando le den la patada a 30 Rock (que ve tan poca gente, aquí os dejo a Kenneth diciéndolo) tampoco me voy a enfadar.


 También se ha acabado The Shield (el martes) o se acabó The Wire (en marzo). O Arrested development. Y no digamos El ala oeste. Pero es que vamos a disponer de esas joyas (las que lo sean o las que cada uno considere como tal) en dvd, disco duro o lo que sea (Dios, he leído que el Blue Ray tiene los días contados). Igual que tenemos en el mueble Eva al desnudoMadame Bovary (me refiero al libro, claro). Clásicos a los que se vuelve una y otra vez. Si con las series tenemos cubierta esa necesidad de que las historias duren más de dos horas, también es ley de vida que se acaben. Y sí, ya sabemos que Dos hombres y medio no tiene visos de acabar (aunque sólo fuera por Holland Taylor y Conchata Ferrell, merecería la pena). Dos hombres y medio es el equivalente actual (ése en el que los urbanitas finolis nos preguntamos: ¿y ésto por qué triunfa?) de Todo el mundo quiere a Raymond, la serie que todos odiábamos por comparación (los mismos que amamos 30 Rock). Pero tengo que confesar que llevo varias semanas volviendo a ver Raymond en La Sexta (a las siete y media de la mañana, después de Turno de Guardia y antes de El rey de Queens, un paraíso sin publicidad) y no me cabe duda de que los diálogos de Doris Roberts y Peter Boyle son de lo mejor que se ha escrito (e interpretado) en televisión. Así que si con algo que supuestamente no me gustaba disfruto tanto, qué no será con 30 Rock o Pushing Daisies dentro de 20 años. O no. Ya veremos.

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