Hace no demasiado tiempo, cuando las televisiones españolas tenían a bien desdeñar las series estadounidenses (la fábrica funcionaba igual que ahora) y cuando, si se decidían a poner algunas, tampoco eran un gran éxito, servidora no entendía nada. Cada vez que tenía la oportunidad de hablar con alguien del cine español, normalmente directores, les hacía la misma pregunta: ¿Por qué la gente en televisión prefiere ver series españolas (digamos Farmacia de guardia o Médico de familia) y, sin embargo, cuando se trata de cine va en tromba a ver el americano pero no el español? La respuesta mayoritaria (supongo que les dolía) era que la culpable era la bestial promoción del cine americano.
Sólo Javier Aguirre (el entrenador no, el director, nuestro John Cassavetes: su mujer, la gran Esperanza Roy, es Gena Rowlands) me dio una contestación distinta, y en aquel momento fue la que más me convenció: es que la gente que ahora ve la televisión es la misma que iba a ver en tropel No desearás al vecino del quinto (megataquillazo español) y el cine, en realidad, es mucho más minoritario. Sólo había que ver los millones de personas que veían cada semana Los Serrano, por ejemplo, y los millones de personas que iban ver los mayores éxitos cinematográficos.
Recordemos que cuando Telecinco estrenó CSI (si no me equivoco, en septiembre de 2001), ésa era prácticamente la única serie estadounidense de calidad de que podíamos disfrutar. A mí no me gustaba demasiado. Los personajes sólo trabajaban, no tenían vida propia (nada que ver con Hill Street o Urgencias), pero es que realmente era la única. Años atrás sí había habido otras (no hablamos de TVE, que es donde siempre hemos visto las series de nuestra vida).
Con la irrupción de las autonómicas y la privadas (igual que ahora ha pasado con Cuatro y La Sexta, aunque ya sé que son otros tiempos, de hecho, es de lo que estoy tratando de escribir) vinieron a España Twin Peaks (Telecinco), Roseanne (autonómicas), Chicago Hope y Picket Fences (Antena 3). Más tarde, Expediente X (Telecinco), Cinco en familia (Autonómicas), Frasier (Antena 3, inicialmente), Murder One (Telecinco), Ally McBeal (Telecinco). En el haber de TVE, claro, hay que apuntar Urgencias, Doctor en Alaska o Babylon 5 (que se quedó colgada al final de la tercera temporada), y en el de Canal +, Búscate la vida, Buffy, Sigue Soñando, Puente de Brooklyn, Es mi vida, Millenium (algunas en abierto, otras no).
No ha pasado demasiado tiempo desde que CSI era una isla (hombre, de madrugada sí que ponían Una vez más, Policías de NY, Leyes de familia y cosas así). No ha pasado tanto tiempo y si me llego a quedar en coma al empezar el siglo y me despierto ahora volvería a no entender nada. Ahora sí gustan las series americanas. Y además se promocionan. Si pasas (en Madrid) por la confluencia de la calle Velázquez con Alcalá, de cara al Retiro, parece que estás en Nueva York. Primero fue el impresionante cartelón de Prison Break y ahora el de Anatomía de Grey. “La serie que ha desbancado a CSI en Estados Unidos”, pone sobre las caras gigantes de todos. Ésta debe de ser esa promoción de la que me hablaban los del cine. En realidad no, porque se promociona lo que casi no lo necesita. Los cartelones me encantan pero los letreritos de House vs Anatomía de Grey me molestan. A mí que me importa lo que haya dicho alguien en el foro (comentario número 167) mientras estoy viendo cualquier cosa en Cuatro. Eso sí, las camisetas molan, aunque según he visto en Ana García Siñeriz o en Concha García Campoy, son enormes para chica.
En esta época dorada de la tele americana en España sigo teniendo más preguntas que respuestas. ¿Por qué Anatomía de Grey y House sí pero Chicago Hope no? ¿Por qué Mujeres desesperadas sí (se vea en P2P o en la tele) y Picket Fences no? O ¿Desde cuándo Battlestar Galáctica es superior a Babylon 5? Supongo que lo mejor de todo es que esas sean mis preguntas actuales.
(PD. Este rollazo no es una tesis, sólo es un post y está lleno de generalizaciones.)
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