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Blogs Enciende y Vámonos por Rosa Belmonte

Incoloro, inodoro e insípido

Rosa Belmonte el


Por empezar con el espíritu pasado de Lorena Bobbit (invitada de DEC), aquí hay que empezar a cortar por lo sano. Aquí es La tribu, claro. ‘Qué decepción, señores, qué decepción’, como dijo Josep María Casanovas después del primer partido de la selección española en el Mundial del 82 contra Honduras. Tras las dos horas de programa una se queda con (más) cara de idiota. Aunque lo cierto es que eso ya me pasaba a los cinco minutos, cuando en lo único que pensaba era en lo grande que le quedaba la chaqueta a Sardá. Al final, pensaba en si ha sido buena idea que Boris Izaguirre haya decidido tintarse las canas.


Por lo demás, siempre me sobra Risto (aunque Latre como imitador y llamando al programa ‘geriátrico televisivo’ tuvo su aquel); no entiendo el papel de Mercedes Milá como porculera y tía de internet (¿y el delantal, a qué viene?); desde luego, prefiero a Magdalena Álvarez como entrevistada que a Mayte Zaldívar (en DEC); los azafatos acrobáticos eran un poco como las mellizas bailarinas de Bancaja; me gustó cuando Amaia Salamanca, aguantando a la salidorra Milá dándole el  follón con el Duque, le dijo que no la conocía sin traje regional. Lo mejor, el infierno de Cristo-Dios del padre Loring. El infierno también está en la tele.


 En fin, el párrafo anterior es un desorden, ya lo sé, pero es que eso es el programa. Un batiburrillo de clichés marcianos. A mí me siguen gustando Sardá, Boris, Latre y Milá (no vamos a enfrentar su talento con la parada de maniquíes habladores de DEC)  pero esto hay que mejorarlo o nos vamos al carajo de las oportunidades perdidas. No sé, entiendo la difucultad de cogerle el truco al formato cuando estás acostumbrado a otra cosa. Como una columna. A veces es mucho más fácil escribir una columna diaria que una semanal (no eliges bien los temas y, después de demasiado pensar, acabas desaprovechando el cartucho por aturullarte). La tribu es un aturullamiento en su primer programa. Y creo, y esto es lo más importante de todo, que Boris debería volver a dejarse las canas. Él sabe que es mucho mejor seguir los pasos capilares de Anderson Cooper que los de  Antonio Jiménez.

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