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Blogs Enciende y Vámonos por Rosa Belmonte

Estás despedido

Rosa Belmonte el


 


Los muchachos de El aprendiz (La Sexta) tienen que demostrar su capacidad de gestión con las pruebas que les proponen. Es como Pekín Express pero  teniendo que vender olivas (la venta de encurtidos en mercados ambulantes o casa por casa fue la primera prueba). Cielos, y se presentaron en el mercado ‘de Hortaliza’ a las diez de la mañana, qué pelotones (claro, que si yo hubiera dormido en sábanas rojas también habría estado espesa al levantarme). El premio es trabajar (‘por un sueldo de seis cifras’; ¿pero eso no es hablar en pesetas?) con un blandito Luis Bassat. Buenos días, Señor Bassat, adiós Señor Bassat, póngame a los pies de su señora, Señor Bassat; Dios, parecen José Luis López Vázquez en Atraco a las tres.


 Los planos aéreos de las cuatro torres nuevas de la Castellana se suceden. En los interiores, la iluminación es rara, tirando a cutre. La sala de espera del presunto despacho de Bassat parece una nave espacial. Pero no tiene el aspecto de Star Trek sino de Enano Rojo (lástima que no se parezca a The Apprentice británico, ni Bassat a Sir Alan). 


 Bassat tiene dos subalternos espías que siguen a los dos grupos (el de hombres y el de mujeres) para observar qué hacen. El despedido de la semana saldrá del equipo perdedor, que en el estreno fue el masculino (echaron a Javier, el menos tiburón de todos, por equivocarse a la hora de establecer los precios). El líder del equipo perdedor tiene que elegir a dos de sus chicos (los que cree que tienen la culpa de la derrota) para que Bassat despida a uno. La cosa estaba entre Ángel, uno de los más bodoques (y chulos), un chaval de 20 años que se come el mundo y a quien se le ponga por delante, y Javier, que reconoció su fallo (mientras el otro echaba sus culpas a otros). Javier, a la calle, claro.


 Ellas, como premio por haber sacado un beneficio de 96,08 euros (una hizo una venta en chino) frente a los 80,57 de ellos, se fueron a un spa. Por supuesto, se ve el nombre, como se ve la operadora telefónica en las blackberries o la marca de las furgonetas negras. Las mujeres se pusieron de nombre Crash.es, lo que dejó estupefacto al espía (‘¿Estrellarse para una marca?’). Los hombres, Stamina, a propuesta del mayor singermorning del equipo, Benjamín. Aparte de cuestiones como considerarse una mente brillante, de verse ganador antes de conocer a sus rivales y después o de creerse atractivo (cuando Ángel le dice que le recuerda a un antiguo y brillante jefe, él suelta que no sería tan guapo como él), además de todo esto, digo, cada cinco frases, una la utiliza para hacer un burdo y trasnochado sarcasmo sobre el matrimonio


En Estados Unidos, The apprentice (con Donald Trump) lleva varios años, tantos que hasta han hecho un celebrity (lo mejor fue Joan Rivers, que incluso encontró novio en el concurso). En España podríamos innovar más en esto de la telerrealidad. Con la última muestra de este tremendo Benjamín, con Liz, Pilarita y Gonzalo de GH en la calle (con Nagore casi en la puerta), con los nuevos de la casa espía (Gerardo y Carolina, aggh), con Aída en un call tv, con Tammy de La casa de tu vida… No sé, con tantos insoportables de nuestra corta historia de realities deberíamos hacer un Gran Tontolculo Vip. ¿De dónde sacan a esta gente? Es para no ir. En el otro extremo está Indhira (‘Ay, qué fatiga, Arturo’.  ‘Ay, mi madre me va a matar’. ‘Ay, que no me he depilado las piernas’, cuando les dan dos minutos para prepararse y disfrutar de la hora sin cámaras). ¿No es adorable?

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