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Blogs Enciende y Vámonos por Rosa Belmonte

Dennis y Rupert

Rosa Belmonte el

 

 

Dennis Potter debe de estar contento. El genio de la televisión tenía entre ceja y ceja a Rupert Murdoch. A su cáncer terminal de páncreas lo llamó Rupert, igual que Victoria Beckham ha llamado Harper a su hija por Harper Lee. Viendo ahora a ese cómico que trata de lanzar un plato de espuma de afeitar al magnate de la prensa, como en una escena de tartas de El Gordo y el Flaco, como la hija de Ruiz Mateos con Mariano Rubio, me acuerdo de Dennis Potter. Porque igual que Rupert Murdoch está por encima de cualquier magnate de la prensa actual, Dennis Potter está por encima de cualquier tocaballs. De cualquier creador televisivo (Pennies from Heaven, El detective cantante, Lipstick your Collar). Y también de cualquier entrevistado. Viendo Epílogo, el programa de Canal Plus, siempre me he preguntado si toda esa gente extraordinaria no tiene cuentas que saldar. Si no tienen ganas de alguna pequeña venganza post mortem. Si no creen que van a morir (y que la entrevista se emitirá cuando desaparezcan). Dennis Potter sí se despachó.

El mejor antecedente de Epílogo es The Last Interview with Dennis Potter en la BBC (aquí la entrevista; aquí la transcripción). En febrero de 1994 (el día de San Valentín) se le diagnosticó un cáncer terminal de páncreas y cuatro meses después murió. En la espera, el 15 de marzo (se emitió el 5 de abril), se produjo la entrevista con Melvyn Bragg, que estaba más nervioso que él, donde habló de su próxima muerte (murió el 7 de junio); de la serie en la que trabajaba (Karaoke and Cold Lazarus), coproducida por BBC y Channel Four y emitida tras el fallecimiento por las dos; de su infancia; de la controversia con muchas de sus obras; de los errores de Blackeyes (BBC 1989); del placer de fumar (“I love stroking this lovely tube of delight”), o de Ruper Murdoch.

Emotivo, divertido, sarcástico y lúcido, la entrevista de Potter es uno de los grandes hitos en la historia de la televisión y el mejor epílogo a su inmensa carrera. Hablando de lo que podía ingerir (no comida, pero sí bebida con toda clase de aditamentos perjudiciales) decía: “Ahora puedo romper cualquier regla”. A propósito de Murdoch recordaba que una de las fantasías argumentales de un escritor es cuando a un personaje le dicen que tiene tres meses de vida” (“que es lo que a mí se me ha dicho”).  ¿A quién querrías matar? (Risas). Entonces contó que a su cáncer, el principal, el de páncreas, lo llamaba Rupert. Y que Murdoch sería el tipo, si tuviera tiempo porque tenía mucho que escribir y poca energía, al que dispararía. (“There is no one person more responsible for the pollution of what was already a fairly polluted press, and the pollution of the British press is an important part of the pollution of British political life”). Rupert Murdoch, visto lo visto en el parlamento británico, no tiene rivales a su altura. Ya no.

 

(Entre recordar a Dennis Potter y El barco, claro, he preferido a Potter. Una cosa del reality de Antena 3. Dos de las concursantes hacían sentadillas y uno de los chicos, que estaba calentándose, les dijo: “Podéis encular para otro lado. Que tengo ya 37 años pero estoy operativo”. Lo mismo es que la edad media del concursante de reality es igual que la del neardental. También hay otras coincidencias.)

 

 

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