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Blogs Enciende y Vámonos por Rosa Belmonte

Carlos Areces bien merece una sitcom

Rosa Belmonte el

Ese placer tonto que Paul Johnson decía que se siente viendo al Gordo y el Flaco tirándose tartazos lo siento yo al ver a Carlos Areces vestido de mujer. Puede que Raúl Cimas no me haga gracia (que tampoco sé por qué), y eso pese al pelucón, o que Julián López no me llegue mucho. O lo que sea.  Pero es salir Carlos Areces travestido y arreglarme la noche.

 Se estrenó Museo Coconut, empezaron las risas enlatadas (¿por qué?) y una amiga ajena al mundo chanante me preguntó: “¿Esto es para intelectuales elevados? Porque no entiendo nada, nada me hace gracia”. Quizá Museo Coconut sea más complicado de ver que La hora chanante o Muchachada Nui, que eran más de impactos súbitos (pero que a mucha gente tampoco le hacían gracia alguna). Quizá hay que aguantar más hasta que surge la chispa. Hasta que aparece el gag del cuadro en la mesa del quirófano. O una frase de Joaquín Reyes: “Un perita, con lo que me gustan”. O Maricón y Tontico. O Raúl Cimas diciendo palabras largas mientras a Miki Nadal le da un paparajote. O al hijo de Miss Coconut (Ernesto Sevilla). O el pecho peludo de Areces al salir de la bañera. O lo del Un, dos, tres, al escondite inglés en el cuadro. O la pizza en la cartera. O Carlos Areces con el oso por encima. O la trama de la película de Anthony Hopkins y Alec Baldwin.  O lo que se piensa del aborto con la boca llena. O el asunto de las réplicas negras. O, siempre, Carlos Areces.

 En fin, a mí Museo Coconut, que a veces deba impresión de aventura de los Payasos de la tele (sin Chinarro) y a veces de Ni en vivo ni en directo, no me parece una sit com sino una sucesión pausada de gags y tontunas (por supuesto, tontuna en algo positivo). Para intelectuales no será pero para fans, sí.

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Rosa Belmonte el

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