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Al carajo con Karahalios

Rosa Belmonte el

Escribir sobre televisión es un sustitutivo de ver la televisión. Un pobre sucedáneo. Sobre todo cuando se trata de buena televisión. O al menos de la que a una le gusta. Y no siempre es lo mismo. ‘The Good Wife’ (TGW) es buena y está buena, como una vez (en masculino) oí que una señora decía desgañitándose a Raphael en un concierto. Copiando y adaptando el eslogan de TNT, si sólo pudiera ver una serie, ésa serie sería TGW. Por eso, una semana ya sin la dosis es ‘molto longo’. Y lo que te rondaré, morena. La temporada cerró el domingo pasado de una manera tan brillante (con esa apertura de puerta que recordaba tanto a la del final de ‘El silencio de los corderos’) que la orfandad es mayor. Por supuesto, no voy a hablar de lo buena que es TGW. Ya lo he hecho muchas veces, es una obviedad y hay quien lo hace mejor.

Tampoco voy a desvelar nada de lo importante del último capítulo, sólo detenerme en la vuelta de T.R. Knight para acabar de perfilar su cojo personaje. El George O’Malley de ‘Anatomía de Grey’ llegó a la serie esta temporada para tocar las narices a Eli Gold. Y cualquiera que toca las narices a Eli Gold me las toca a mí (lo que quiero decir es que las filias y fobias pueden ser sólo personales). Pero Jordan Karahalios, el niñato que trajeron para ayudar a Gold en la campaña de Peter Florrick, no era un personaje odioso de la misma manera en que lo son los grandes personajes odiosos en TGW, los gloriosos personajes odiosos de TGW. Es decir, de la manera en que lo son Louis Canning (Michael J. Fox), Patti Nyholm (Martha Plimpton), Nancy Crozier (Mamie Gummer), Mike Kresteva (Mattew Perry) o la grandísima Wendy Scott-Carr (Anika Noni Rose). Dios los guarde. O los King. Me dejo muchos, pero estos son los más representativos. Luego hay tiparracos que una no sabe si odiar, como el inquietante Colin Sweeney (Dylan Baker).

Jordan Karahalios era un listillo tontaina. Un odioso sin gas. Caía mal de la misma forma difusa en que lo hacía Tammy Linnata (Elizabeth Reaser), aquella novia de Will. Sin muchas razones. Al final, la culpa la tiene Shonda Rhimes. Los personajes de ambos en ‘Anatomía de Grey’ eran insoportables. La Jane Doe/Ava/Rebecca Pope y George O’Malley (¿pero cómo se le ocurrió a Callie casarse con él?; por cierto, que a Arizona parece que se la va a levantar la Peyton de ‘One Three Hill’, el nuevo fichaje de la serie). Y ahora hay otro nenico en el hospital de Seattle al que no hay quien aguante, el doctor Shane Ross (Gaius Charles). En fin, menos mal que a Shonda se le ocurrió lo del autobús para George. En cuanto a Elizabeth Reaser, acabó dándome pena con ‘Todos mis novios’, la fallida serie que le dieron tras ‘Anatomía de Grey’ (de premio, no te digo). Y luego como absurda novia de Will. Ambos arrastran una especie de ‘odiabilidad’ de baja intensidad como actores.

A lo que iba era a que Jordan Karahalios volvió al último capítulo de TGW para que lo crucificáramos con razón. Ahí los guionistas han estado acertados, redondeando a un personaje que había quedado a medias. Ya no se trataba de cosas de listillo joven frente al anticuado Gold. Venía a dar por saco a los nuestros. Uy, y desde que está delgado cae peor. Ahora, a esperar a la siguiente temporada. Snif. Con el espíritu entregado de una fan de Raphael.

 

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