ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Enciende y Vámonos por Rosa Belmonte

A calentar Moscú

Rosa Belmonte el


Tanto lío con que si Aída se trasladaba al domingo para hacer la puñeta a la estrella emergente de Doctor Mateo y van y cascan capítulos con Carmen Machi (o sea, repetidos). Y los martes, Hospital Central (de momento, que haber visto la promo el lunes por la mañana tampoco es muy fiable ya). Vale que programar se ha convertido en un tetris para listos pero este sinvivir cava hoyos y bajones de audiencia. Vamos a ver, si a mí, que estoy todo el día viendo y pensando la tele, se me olvida cada domingo que ponen Anatomía de Grey en Fox y siempre caigo en el episodio por vía de zapping y aburrimiento  (y para acabar preguntándome qué carajo hago ahí), qué no será de otra gente más targeteable y menos informada. Ellos sabrán (y no sé si saben).


Como siempre arrastro atrasos, me pongo un poco al día con unas cuantas cosas que o bien no merecen mayor comentario o bien ya he colocado el comentario en otro formato:


1) La séptima silla. MM. ¿Pero quién quiere ver a Pepe Sáncho de tertuliano? (por no hablar de Celia Villalobos). Qué cosa más antigua (vamos, de la época de Hermida). Y Teresa Bueyes, Dios. Esa morritos siseante que utiliza expresiones como ‘en base a’. Cada vez estoy más convencida de que hay un infierno para abogados televisivos y  singermornings. Y, vaya, procuro tener respeto por las víctimas, pero eso no quiere decir que quiera verlas en la tele hablando de temas de candente y maza actualidad. O sea, que casi prefiero DEC por mi máxima televisiva y vital de que para medio pelo, ninguno.


2) 21 días. Me parece un disparate todo eso que hace Samanta Villar. Meritorio a la par que inútil. Aunque nunca se sabe si, independientemente de que están haciendo un programa de televisión (con todos los fines de los programas de televisión), ver esas bajadas, con arnés, a las alcantarillas sirve para ayudar a alguien. En cualquier caso, a mí lo que me pasa con Samanta Villar es que siempre me acuerdo de cuando Ana Blanco conectó con ella llamándola Samantha Fox  (como escribí en su día, y como recordé el sábado a propósito del programa de la anorexia).


(Actualizo. He mandado la hache a paseo porque no es Samantha Villar, es Samanta Villar.)


3) Eurovisión. Dejo aquí lo del periódico de hoy (casi un telegrama, que no había espacio). Se puede poner una tiquismiquis y hablar de música o de melodías (la única melodía del programa era probablemente Melodía Ruiz) o se puede una reír con el programa interminable. Con Uribarri (esa camisa naranja, esa bufanda verde, esos calcetines ejecutivos, eso de que Alaska lo llamara la garganta profunda de Eurovisión cuando todos estábamos pensando que es la papada profunda). Con la cantante de Biquini (ella por un lado, la música por otro: Phoebe no cantaba peor Gato apestoso). Con Salva Ortega (que no sólo tenía una canción llamada Lujúria, con tilde en la u, sino que era igualita que Living la vida loca de Ricky Martin). Con Isi (por sus coristas a lo Priscilla, reina del desierto y por cuando se quita la batica roja para aparecer dominatrix).  Con Santa Fe (y su transformismo). Con Toni Garrido (‘Hay que apelar a la responsabilidad. Esta noche se decide a quien mandamos a Eurovisión’ o ‘En Europa tienen el culito apretado. Están temiendo lo que mandemos de España’) .


 Con Soraya. Aunque vayamos con tres años de retraso sobre lo que gusta en Eurovisión. Por su entusiasmo tipo ‘os vais a cagar, no sabéis lo megaperraca que soy yo’. Por el vestido (o lo que fuera). Entre que se le rompían los tirantes y que por debajo le faltaba un palmo… Anda que el público que estaba justo debajo no se hincharía. Y encima, ese estribilllo (C’mon and take me, c’mon and shake me), que en mi casa ya ha sido sustituido por Cómeme el chichi, cómeme el chichi. Nos hemos hecho muy fans de Soraya. Y de Alaska y de Mario Vaquerizo. Lo mismo nos han echado algo en la Coca-Cola (a un tío de más de cien años).

Hemeroteca
Rosa Belmonte el

Entradas más recientes