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El pacto de Ámsterdam y la Agenda Urbana Europea

El pacto de Ámsterdam y la Agenda Urbana Europea
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Por Fernando Rubiera Morollón, Profesor Titular de Economía Urbana y Regional e investigador del Laboratorio de Análisis Económico Regional – REGIOlab

 

En varias entradas previas en este mismo blog he defendido la relevancia de la política y planificación urbana no solo como instrumento de resolución de problemas locales sino como potente instrumento de política económica. Este empieza a ser un dogma de la Unión Europea. En la Comisión se ha comprendido desde siempre el relevante papel que juegan las ciudades en el crecimiento y progreso económico y social, dando un carácter prioritario a las políticas urbanas en los fondos de cohesión o fondos estructurales desde su origen. Sin embargo, en la última década la Unión Europea ha dado un paso mas allá haciendo que las ciudades se sitúen en el centro de su acción política. Varios acuerdos internacionales, como la Declaración de Toledo (2010) y la Declaración de Riga (2015), van preparando el camino que se acaba de consolidar plenamente con la reciente la firma del Pacto de Ámsterdam, el 30 de mayo del 2016, tras la que se ha puesto en marcha de la Agenda Urbana Europea.

En la Unión Europea mas el 70 por ciento de la población reside en ciudades donde se genera un porcentaje aún superior del empleo total y en torno al 85 por ciento del PIB. Es lógico, por lo tanto, que la mayor parte de los grandes retos a los que enfrenta Europa ocurran en contextos urbanos. Por ejemplo, la sostenibilidad medioambiental de nuestras ciudades es crucial para conseguir una Europa mas respetuosa con el entorno y capaz de cumplir los objetivos del Acuerdo de Paris para frenar el cambio climático. Asimismo, son las zonas urbanas las que principalmente acogen a los inmigrantes y las que, por lo tanto, se enfrentan a los conflictos que se producen si no se logra su adecuada integración. La desigualdad dentro de Europa no es solo un problema entre distintos países o regiones, podemos observarla con creciente crudeza entre los barrios más ricos y pobres de una misma ciudad. Además, siempre se ha comprendido que las ciudades son un motor de creatividad y impulso de la innovación, el emprendimiento y la productividad.

El Pacto de Ámsterdam y Agenda Urbana 2020 nacen a partir de la comprensión del papel central que juegan las ciudades en el crecimiento sostenible de Europa y en el modo de afrontar sus principales retos. Pero también nacen ante la necesidad de enfrentar la complejidad de la gobernanza urbana, donde intervienen todas las capas institucionales que operan en Europa. Gobiernos locales, regionales, nacionales y comunitario interactúan en casi cualquier política que se desarrolle en el ámbito urbano sin que, sin embargo, existan aún de estructuras adecuadas para una correcta integración de esta complejidad. Por otra parte, las redes e interconexiones entre ciudades crecen sin que, en paralelo, se desarrollen mecanismos políticos de cooperación entre gobiernos locales como los que siempre han existido entre los gobiernos nacionales. Además, el crecimiento de las ciudades depende drásticamente de inversiones o infraestructuras cuyo debate y decisión se produce en esferas de discusión política en las que los gobiernos locales apenas pueden participar. Finalmente, a lo largo del mapa Europeo se suceden complejas realidades metropolitanas o mega-regiones urbanas que, habitualmente, abarcan varias unidades administrativas y que, normalmente, están escasamente articuladas desde un plano político.

Estos son algunos se los retos que se tratan de afrontar con el desarrollo de los acuerdos del Pacto de Ámsterdam y la Agenda Urbana Europea. Pero, lejos de ser solo una declaración de intenciones, ya desde los primeros pasos de esta Agenda se ve un decidido interés de Europa por potenciar el papel de la política urbana como instrumento crucial en el desarrollo de los territorios. Los gobiernos nacionales, regionales y, obviamente, los locales deben tomar nota de este importante giro que afectara transversalmente a el modo de distribuir fondos europeos y decidir infraestructuras internacionales dentro de la Unión. En España, con un modelo de descentralización principalmente apoyado en las Comunidades Autónomas, los gobiernos locales no están acostumbrados ni a participar ni a incidir en las estrategias de desarrollo regional/nacional. Pero la Agenda Urbana Europea los ira poniendo en el centro del proceso de decisión, con lo que tienen que diseñar muy claramente sus estrategias inteligentes locales integrándolas con las estrategias regionales y nacionales. Conforme a la Agenda Urbana Europea hay que potenciar la gobernanza local, las redes de ciudades, las áreas metropolitanas y las mega-regiones urbanas. En otros países de nuestro entorno tienen ya hecho un gran recorrido, el caso de Portugal puede ser especialmente paradigmático. En España, sin embargo, hay mucho por hacer y la necesidad de hacerlo rápido.

“La riqueza de las regiones” constituye un instrumento de comunicación e intercambio de ideas promovido por Asociación Española de Ciencia Regional (AECR). Para más información sobre la actividad de AECR visite su Página Web o síganos en FacebookLinkedin y/o Twitter.

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