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¿Qué objetivo nos une a todos?

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Por Víctor Valverde Gómez. Universidad de Valladolid. Presidente de la Asociación Castellano y Leonesa de Ciencia Regional.

 

La búsqueda de la felicidad es un objetivo común para todos nosotros. No hay ningún ser humano que no aspire a ser feliz .

 

Tradicionalmente la ciencia económica asoció los niveles de bienestar (felicidad) con los niveles de renta.

 

Nuevas investigaciones vienen observando, sin  embargo, que según ha aumentado la renta a nivel mundial, la correlación bienestar – renta ha dejado de ser tan evidente. Los estudios sobre el bienestar subjetivo (lo que se ha venido en denominar “economía de la felicidad”) ponen de manifiesto que una vez que se alcanza un determinado nivel de renta la mejora del bienestar subjetivo se desliga del crecimiento del nivel de ingresos.

 

La sociedad de EEUU, primera economía del planeta, no ha mejorado sus niveles de bienestar subjetivo desde 1956, fecha en que alcanzó su nivel máximo; desde entonces, no ha avanzado, ¡a pesar de que su renta per cápita se haya multiplicado por 3,5!. Japón, la tercera economía del planeta, es el país menos feliz de entre los países ricos: ocupa el puesto 53 en el ranking del World Happiness Report de Naciones Unidas (1).

 

¿Cuál es el nivel de renta per cápita a partir del cual el dinero deja de ser una variable crítica en nuestra sensación de bienestar subjetivo?

 

Analizado a nivel de sociedad, los estudios que se vienen realizando en materia de bienestar subjetivo colocan dicho nivel alrededor de los 15.000 dólares de renta per cápita (2). 80 países de los 180 analizados por el FMI en 2015 habrían ya alcanzado o superado dicho nivel crítico. China estaría muy cerca con 13.800 dólares de renta per cápita (3).

 

La propia ciencia nos confirma lo que la Sabiduría ya sabía: cubiertas una serie de necesidades, el dinero no da la felicidad. De hecho, la economía del bienestar subjetivo nos ratifica otras intuiciones de las tradiciones sapienciales, como veremos a continuación.

 

Las metas o valores que la gente persigue a lo largo de la vida pueden clasificarse en dos grandes grupos:

 

Los denominados valores externos o extrínsecos, que se enfocan hacia el exterior de la persona. Los tres más buscados son: el dinero o éxito financiero, la imagen o aspecto físico, y el estatus o prestigio social.

 

Los valores internos son aquellos basados en necesidades intrínsecas que todos tenemos. Los tres más preciados son: el crecimiento personal o “tratar de ser lo que uno realmente es”, las relaciones cercanas con amigos y seres queridos, y el deseo de ayudar para que nuestra comunidad mejore y el mundo sea un lugar mejor.

 

Como puede observarse, los valores extrínsecos e intrínsecos son totalmente opuestos entre sí.

 

Desde hace diez años sabemos, gracias a los estudios combinados de la economía del bienestar subjetivo y de la psicología, que quienes orientan sus vidas hacia los valores extrínsecos sufren mayores niveles de ansiedad y depresión, y presentan menores signos de vitalidad, siendo en definitiva menos felices que las personas que se orientan hacia el grupo de los valores intrínsecos.

 

Curioso, especialmente cuando lo anterior se complementa con este otro descubrimiento científico (4); cubiertas las necesidades básicas:

 

– el  50% de los niveles de bienestar subjetivo en los individuos depende de su carga genética,

 

– las circunstancias vitales: nuestro nivel de renta, nuestra casa, nuestro trabajo, nuestra salud, nuestro estatus social, en definitiva, aquello en lo que nos dicen desde jovencitos que debemos concentrar todos nuestros esfuerzos para ser felices, explican sólo el 10% de nuestro bienestar subjetivo,

 

– y el 40% restante no está plenamente identificado, pero los investigadores creen que hay mucho espacio para la intencionalidad; o lo que es lo mismo, depende en gran medida de  cómo orientamos nuestra vida, y de si nos movemos por los valores extrínsecos, o por los intrínsecos.

 

Es presumible que los resultados de estas nuevas investigaciones ayuden a modificar sustancialmente la orientación de las políticas públicas en el futuro.

 

Y dentro de no mucho tiempo, cuando las nuevas generaciones echen la mirada hacia atrás, y analicen la actual política económica que centra todos sus esfuerzos de modo casi exclusivo en el crecimiento del Producto Nacional, será muy probable que, entre incrédulas y asombradas, se lleven las manos a la cabeza.

 

 

 

 

 

Notas:

 

(1) Página web del World Happiness Report 2016: http://worldhappiness.report

(2) Helliwell, J. (2001) ‘How’s life? Combining individual and national variables to explain subjective well-being’, NBER Working Paper. La renta per cápita en EEUU en 1956 era de unos 16.000 dólares medidos a precios constantes de 2015.

(3) ¿Interesado en el caso español? La renta per capita en España es de 34.899 dólares, lo que nos sitúa en el puesto 32 del ránking mundial.

(4) Trabajos de los profesores y psicólogos Ed Diener (profesor de la Universidad de Illinois,  pionero en el estudio y medición de la felicidad) y Sonja Lyubomirsky.

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