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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

También ellos acabarán pidiendo perdón

José Manuel Otero Lastres el

Como es sabido, la unidad indisoluble de España proclamada en la Constitución de 1978 no ha sido admitida por todos los que formamos parte de la Nación española. En el país vaso, surgió durante el franquismo un movimiento independentista apoyado por una banda terrorista que, lejos de desaparecer tras la llegada de la democracia que instauró la Constitución, se volvió más violento. Y, después de asesinar a lo largo de su historia a unas 839 personas, anunció el cese definitivo de la lucha armada, la declaración de la entrega de las armas, y un comunicado publicado en el día de hoy en el que lamenta el daño causado y pide perdón a una parte de las victimas.

De la negra historia de ETA me interesa ahora subrayar que ni siquiera pegando tiros en a nuca o poniendo bombas en lugares concurridos pudo doblegar la pueblo español. Y, tras largos años de viles asesinatos, siguen sin existir la Euskal Herria reclamada sanguinariamente por ellos, ni el País Vasco ni Navarra han dejado de ser partes de esa España indisolublemente unida de la que habla la Constitución.

Es obvio que cada movimiento independentista fija la estrategia para conseguir su objetivo. A la banda terrorista ETA de nada le sirvió emplear las armas y producir un espantoso reguero de sangre inocente. Y, por eso, ni siquiera con el terror pudieron evitar la humillante derrota que acaban de reconocer con su comunicado: ETA, tras fracasar rotundamente en su enloquecido intento de obtener la independencia de Euscal Herria, ha tenido que lamentar públicamente el daño producido y pedir perdón por algunos asesinatos. Y no tardará en anunciar que se disuelve. El violento independentismo vasco ha sido derrotado por el Estado de Derecho.

En los últimos años, España está sufriendo un nuevo intento de segregación de una parte de su territorio, el de la Comunidad Autónoma de Cataluña –en esto coincide con lo que perseguía ETA- pero que presenta como peculiaridad que, en lugar de haber recurrido al terror de las armas para doblegar la voluntad del pueblo español, ha intentado obtener la independencia, no de acuerdo con lo que establece la Constitución, sino precisamente a través del flagrante incumplimiento de nuestra Carta Magna y de su Estatuto de Autonomía.

Aunque la vía utilizada por los independentistas catalanes es distinta, su movimiento está igualmente abocado al fracaso. Mientras no consigan la independencia cumpliendo la Constitución, su recurso a sabotear permanentemente las instituciones tampoco logrará doblegar la inquebrantable voluntad del pueblo español de defender con el Estado de Derecho la indisoluble unidad de España.

Por eso, no es aventurado afirmar que, más pronto que tarde, los independentistas también acabaran lamentando el daño que están causando a Cataluña y pidiendo perdón, si no por haber asesinado, sí por haber dividido a un pueblo por la bandera descolorida de la quimérica República Independiente de Catalunya y haber causado heridas difíciles de cicatrizar en el alma de las familias.

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