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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Políticos en el banquillo: la habitual excusa de la ignorancia

José Manuel Otero Lastres el

Como algunos de ustedes seguramente sabrán, José Antonio Griñán, expresidente de la Junta de Andalucía entre 2009 y 2013 y exconsejero de Hacienda entre 2004 y 2009, ha declarado este miércoles ante el tribunal que juzga una pieza del caso de los EREs que siendo consejero de Hacienda «no conocía exactamente» el programa presupuestario 31L, al que se cargaban las ayudas bajo sospecha, y que conoció la existencia de esta partida cuando estalló el escándalo.

Aunque a primera vista pudiera resultar sorprendente esta declaración, conviene recordar que el “derecho a no declarar contra sí mismo y no confesarse culpable” son garantías procesales constitucionalizadas en el artículo 24.2 de nuestra Carta Magna. Estos dos derechos que tiene los llamados ante la justicia son garantías o derechos instrumentales del genérico derecho de defensa, e implican el reconocimiento al sujeto sobre el que recae o puede recaer una imputación de la facultad de defenderse en el proceso en la forma que estime más conveniente para sus intereses. Lo cual incluye que en ningún caso pueda ser forzado o inducido, bajo constricción o compulsión alguna, a declarar contra sí mismo o a confesarse culpable.

Pero si esto es cierto, también lo es que la ciudadanía del montón pueda sentirse perpleja al oír de la propia boca del político declarante que “ignora” algo que venía obligado a conocer por el cargo que ocupaba y por el que –y esto es especialmente relevante- cobraba con cargo al erario público. Y es que para las personas poco familiarizadas con el mundo de los tribunales tiene que resultar sorprendente que alguien que gestionaba profesionalmente los intereses generales se atreva a declarar que no sabía nada de algo relevante por lo que estaba cobrando.

Por eso me pregunto si no sería mejor que el procesado guardase un prudente y respetuoso silencio que responder a las preguntes que se le formulen ante el tribunal haciendo uso de la disculpa –difícilmente creíble- de que no estaba enterado del asunto. Pienso que es mejor el silencio que decir algo que lo mejore sobre todo cuando lo declarado implique una sospechosa ignorancia en el ejercicio de una actividad política por la que cobre un sueldo pagado con los impuestos de los ciudadanos.

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