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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

La inculta Irene Montero nos quiere hacer pasar por tontos

José Manuel Otero Lastres el

Como muchos de ustedes sabrán, Irene Montero, portavoz de Unidos Podemos en el Congreso, utilizó, en una rueda de prensa celebrada hoy, las palabras “portavoces” y “portavozas”, denominando con esta inexistente expresión a las mujeres que ejercen de “portavoces” de los partidos políticos.

Esta grave equivocación lingüística fue consecuencia, sin lugar a dudas –y no será la última-, de la manía que tienen los sedicentes progresistas ignorantes de hacer uso conjunto y sucesivo de los plurales masculino y femenino de una misma palabras para –dicen ellos- «visibilizar a la mitad de la población». Pero como si hay algo que caracteriza a Irene Montero es su soberbia, en lugar de reconocer en ese caso su error, decidió “sostenella y no enmedalla” y utilizar el incidente para criticar a la Real Academia de la Lengua española por no tener la acepción femenina “portavoza” para la “Mujer portavoz”, afirmando que  esta institución, la RAE, « tiene mucho que aprender y hacer por la igualdad» entre mujeres y hombres. Y remató su cínica intervención diciendo «me disculpan si uso palabras que no estén aceptadas, pero el tiempo que esté aquí no quiero que nadie me pueda acusar de no haber luchado por la igualdad de mujeres y hombres».

Lo curioso de esta anécdota es que la palabra “portavoz”, además de proceder de “voz”, que es una palabra femenina que significa “sonido producido por la vibración de las cuerdas vocales”, quiere decir “persona que está autorizada para hablar en nombre y representación de un grupo o de cualquier institución o entidad”. Y claro, “persona” es “individuo”, “hombre o mujer”, por lo cual quien tiene mucho que aprender y hacer por la igualdad no es la RAE, sino la torpe e inculta Irene Montero.

Con lo que antecede se quiere decir que si Irene Montero hubiera usado la palabra correcta: “portavoz”, que es en sí misma inclusiva y visibiliza a la mitad de la población, no habría cometido el error de utilizar una palabra inexistente por innecesaria “portavoza” y nadie podría acusarla de no haber luchado por la igualdad. Para su desgracia, en cambio, al hablar de “portavoza” todos podremos acusarla de cometer burradas lingüísticas impropias de una persona con un mínimo grado de cultura.

Y para que no vuelva a incurrir en errores como el de “portavoza”, me permito recordarle a la señora Montero que la voz de la mujer es voz y no “voza”; que cuando habla una mujer en voz baja y suave lo hace “a sovoz” y no “a sovoza”; y que cuando una mujer amplifica el sonido de algo hace de “altavoz” y no de “altavoza”, por poner solo algunos ejemplos.

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