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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

¿A quién beneficia el show del independentismo catalán?

José Manuel Otero Lastres el

Seguramente, muchos de ustedes habrán oído hablar de la pregunta “Cui prodest” (¿a quien beneficia?) que hace referencia a una vía que se utiliza en muchas ocasiones para investigar quién está detrás de una acción cuya autoría parece dudosa. Pues bien, creo que ha llegado el momento de preguntarnos ¿a quién beneficia el show del independentismo catalán?

Y ello porque el pueblo español está sin duda perplejo al ver que el gobierno de la Generalidad –nada más y nada menos- sigue inasequible al desaliento andando un camino que sabe con certeza que los va a conducir al precipicio de la respuesta del Estado ante el flagrante incumplimiento de la Constitución.

¿Por qué los independentistas con el falaz argumento de que defienden los deseos del pueblo catalán se empeñan en continuar con un proceso que es un camino a ninguna parte? Si conocen perfectamente los artículos 1 y 2 de la Constitución; si saben que no hay soberanía catalana, sino solo soberanía del pueblo español; si son plenamente conscientes de que lo más que quiere la mayoría de los catalanes en el asunto de la independencia es que se les reconozca un derecho inexistente en nuestra Constitución: el de autodeterminación, ¿a quién beneficia esta especie de pulso político entre una parte y la Nación Española en su conjunto?

Hasta no hace mucho tiempo la cuestión parecía ser una vez más esencialmente económica: se trataba, como las demás veces, de aprovechar una tensión política para obtener beneficios económicos. Pero las cosas están yendo ahora tan lejos que no parece que sea, al menos exclusivamente, una cuestión económica, aunque tampoco debamos descartarlo.

Tampoco parece que se trate de una cuestión social, en el sentido de que con este “aquelarre” político los independentistas traten de recuperar para la ciudadanía de Cataluña un estatus social alcanzado en tiempos anteriores que habría perdido con la actual democracia.

Si la cuestión no parece económica, ni tampoco social, todo parece indicar que estamos ente una cuestión esencialmente política. Lo cual permite descartar, en principio, que los beneficiarios de los actuales escarceos independentistas sea el empresariado catalán (aunque una parte de él haya permanecido vergonzosamente callada), ni la mayoría ciudadanía.

Llegados a este punto, y concluido que la cuestión tiene una vertiente política, parece vislumbrarse que los beneficiarios de este show son los pertenecientes a cierta clase política que sintiéndose de nivel simplemente provincial parecen anhelar el rango de gobernantes a nivel de Estado. Como el papel que viene desempeñando esa clase política catalana pudiera parecerles demasiado reducido para su singular y excepcional valía (piense por un momento querido lector en los grandes parlamentarios que nos han enviado los partidos independentistas a las Cortes Generales), necesitan alcanzar la altura propia del Estado. De tal suerte que esa nueva raza de políticos de la retrogradación necesita reducir su espacio política para sentirse ufanamente en él cabezas de ratón, hartos ya de ser una parte importante, aunque no el todo –que es lo que creen merecer-, del león.

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