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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Las cosas son lo que son y no lo que nos gustaría que fueran

José Manuel Otero Lastres el

Salvo que uno se ayudara de una tozudez irracional, para mi tengo que ha de admitirse sin reserva alguna que las cosas son lo que son y  no lo que queremos que sean. Por eso, para aproximarse a un problema y vislumbrar su solución es imprescindible hacer un diagnóstico preciso de la realidad. Con este bagaje repleto de racionalidad, me propongo reflexionar sobre el independentismo catalán.

Nadie puede discutir seriamente que Cataluña es una parte de España. Situados, pues, en lo que es y no en lo que gustaría que fuese, Cataluña lleva siendo siglos, y todavía es, parte de España. Esto es tan indiscutible que lo admiten los propios secesionistas: si hablan de “desconexión unilateral” es porque están conectados, y si reiteran una y otra vez que persiguen la independencia es porque están unidos por una relación de dependencia. Y el elemento de referencia es España. O dicho de otro modo, aquello de lo que quieren desconectarse unilateralmente o de lo que quieren independizarse se llama España. Este es un punto de partida insalvable.

Si en la óptica de lo que son las cosas y no lo que queremos que sean, Cataluña es España, el siguiente paso qua hay que dar en el camino racional es averiguar dónde se determina con trascendencia política y social qué es España. Y la respuesta surge por sí sola: en la Constitución vigente, que actualmente es la de 1978. Al precisar que es la Constitución vigente se hace, al menos, una triple afirmación: que hubo otras antes, que puede haber otras después y que la que ahora importa es la de 1978.

Pero nuevamente tenemos que hacer uso del principio enunciado de que interesa lo que las cosas son y no lo que querríamos que fuesen. Y esto nos lleva a ver qué dice la Constitución de 1978 sobre España. En el Preámbulo, se dice que la Nación española proclama su voluntad de consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. En el artículo 1 que España se constituye como un Estado social y democrático de Derecho y que la soberanía de esa Nación que es España reside en el pueblo español. Finalmente, el artículo 2 habla de la indisoluble unidad de la Nación española, que es la patria común e indivisible de todos los españoles.

Hasta ahora, por lo tanto, y mientras no se modifique la Constitución que es la Ley de Leyes que obliga a todos los que residimos en España, lo que las cosas son en el tema que analizamos pueden resumirse así. Cataluña es una parte de España y solo dejará de serlo si lo consiente el único titular de la única soberanía que existe en la Ley de Leyes: el pueblo español.

Por eso, el Gobierno, después de marear en cierto modo la perdiz, centró definitivamente las cosas al proponerle ayer el President del gobierno autónomo de Cataluña, que planteara la petición de independencia en donde tiene que serlo necesariamente (no donde les gustaría hacerlo) que son las Cortes Generales que representan al pueblo español.

Ahora el gobierno de la totalidad de España ha determinado la baraja con la que jugar la partida: la Constitución, y el lugar en que debe jugarse: el Congreso de los Diputados. Esto es lo que las cosas son. Salirse de aquí las llevaría a lo que a los independentistas le gustaría que fueran. Pero seguir en esta vía y no en aquélla es auto engañarse, liderar alevosamente al pueblo catalán y conducirlo a la melancolía.

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