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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

¡Qué pesadilla con el señor Sánchez!

José Manuel Otero Lastres el

En su cuarta acepción, “pesadilla” significa “persona o cosa enojosa o molesta”. Pues bien, debo reconocer que el “regresado” Sánchez me resulta enojoso. Pero no porque tema su vuelta al primer plano de la política, cosa que si sucediera sería responsabilidad única y absoluta de los socialistas, sino porque me acabo de dar cuenta de que me irritan profundamente las sandeces que dice.

No creo pecar de soberbio si digo que Sánchez suele decir simplezas y necedades de muy difícil aceptación para mentes medianamente formadas. En su reciente vuelta a los medios nos ha dejado las dos siguientes.

La primera simpleza ha sido asegurar que “nunca” un socialista será su adversario insistiendo en que lo “esencial” es tener un partido unido. ¿Cómo una persona con una mínima capacidad para captar la realidad puede decir semejante bobada? Si ha decidido presentarse a las primarias y los medios bien informados aseguran que habrá más candidatos, ¿cómo es posible que diga que un socialista nunca será su adversario? ¿Contra quien va a presentarse entonces contra un militante de Ciudadanos, por ejemplo? ¿Cómo puede alguien que fue aspirante a la presidencia del Gobierno desconocer la distinción política entre “adversario” y “enemigo”?

Por si no lo sabe, cosa que no descarto, le recomiendo que lea la Tribuna publicada en el diario El País del 17 de diciembre de 1994 por Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, titulada “Distinción entre enemigos y adversarios”, cuyo comienzo textual es “La distinción y oposición de ambas categorías es sobradamente conocida…”.

La segunda sandez es comparar su pretendida vuelta al liderazgo del PSOE con la que en su día protagonizó Felipe González en 1979 para obligar al partido a que abandonara el marxismo. Y es que cualquier persona con una capacidad mínima de análisis caen la cuenta de que no son comparables en absoluto la situación de Felipe González en 1979 con la Sánchez en 2017.

Y ello, además de por la distancia sideral que existe entre ambos socialistas, por dos razones. Una, porque el movimiento táctico de entonces de Felipe González era precisamente para que el PSOE abandonara el marxismo que es justamente lo contario de lo que pretende ahora Sánchez que es aproximarse al movimiento marxista de Podemos. Y la otra porque Felipe Gonzáles venía entonces de dos elecciones generales creciendo en votos: en la de 1977 obtuvo 118 escaños y en la de 1979 sumó 3 más hasta llegar a 121, mientras que Sánchez fue en claro retroceso: 90 diputados en 2015 y 85 en 2016.

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