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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Reflexiones escritas a mano hace tiempo

José Manuel Otero Lastres el

Hace unos días volví a abrir El Profeta, de Gibran Khalil Gibran, que leí por primera vez a mediados de 1983. Y al pasar sus hojas encontré algunas notas mías escritas a mano en el mismo libro. Cosa que suelo hacer con aquellas obras –generalmente novelas- que, al leerlas, me suscitan pensamientos que suelo expresar en el momento mismo en que los genero.

Pues bien, de los temas sobre los que habla El Profeta, voy a detenerme en tres: la “libertad”, la “alegría y la tristeza”, y “la razón y la pasión”. Pero no para reproducir lo que dice Khalil que es sin duda lo único que tiene verdadero valor, pero que se consigue comprando la obra. Lo que voy a hacer, no sin antes disculparme por ello, es reproducir las notas que escribí hace treinta y seis años por si pudieran tener algún interés para alguien.

En la página que dedica El Profeta a hablar de la libertad, escribí “La libertad es solo un sentimiento y, como tal, no puede ser suprimida apresando solo el cuerpo. La libertad es como el aire, se respira. Por eso, ni el más poderoso es capaz de privar de libertad a quien la siente, que puede ser el más pobre e indefenso de los hombres y el más encadenado, porque al aire no se le pueden poner cadenas. Desconfiad de quien os hable de enseñaros a conseguir la libertad, del mismo modo que lo haríais de quien se ofreciera a enseñaros a respirar”.

En la que dedica a la “alegría y la tristeza”, anoté: “Hay que  prepararse para sufrir, porque en la misma medida que se puede sufrir, se puede sentir alegría. Quien somete su vida a una misma temperatura tibia, no se puede helar, pero tampoco evaporarse. Vivir es sentir y existir calculando la intensidad del sentimiento. Hay quien cree que la ternura es fruto de la debilidad y no se da cuenta de que solo el fuerte es capaz de sentir ternura. Quien nada tiene nada puede dar. De la misma manera solo el fuerte puede ser tierno. La inseguridad que siente el débil no le permite ni siquiera desprenderse de un poco de ternura”.

Finalmente, en la página en la que Khalil habla sobre la razón y la pasión, apunté: “Solo la reflexión es capaz de conducirnos al equilibrio entre la razón y nuestras pasiones. Cuanto más profunda y elevada sea la razón, tanto más campo de expansión tendrán nuestras inclinaciones vehementes hacia algo. ¿Pero como se puede equilibrar el sentimiento si no tiene límites? ¿Cómo se puede traer al centro lo que está en una profundidad sin fondo o en una altura sin techo? La respuesta es que solo con el pensamiento, con la reflexión y las ideas, porque tampoco tienen ni fondo ni cielo”.

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