Para los que vivimos en sociedad, “lo nuestro” es lo de cada uno y todo lo que compartimos con los demás. Lo de cada uno de nosotros es, ante todo, el propio “yo”; esto es, el sujeto que somos con todas las facultades intelectuales y físicas que lo conforman. Pero en lo de cada uno entra a formar parte también el conjunto de los otros “yo” con los que nos relacionamos más intensamente.
Entre éstos figuran, en primer lugar, los seres queridos, es decir, las personas con las que tenemos relaciones afectivas de la máxima intensidad: el cónyuge, los hijos, y la familia más próxima. Ampliando el círculo, también pertenecen a la categoría de los seres queridos nuestros amigos más estrechos. Y, finalmente, aunque con una relación menos intensa, figuran asimismo en esta categoría los conocidos.
Si del plano puramente personal pasamos a las vinculaciones que se establecen en razón del territorio, en lo “nuestro” se integran también todos aquellos sujetos con los que compartimos el mismo lugar de nacimiento y la consiguiente pertenencia, como consecuencia de las divisiones político-territoriales existentes, a una provincia, región y nación.
Pues bien, para algunos “lo nuestro” es más bien un “lo mío” que se queda en su yo, sus seres queridos (familia, amigos y conocidos), su pueblo, su provincia y su región. No quieren, no saben, o no desean, subir más peldaños. Se quedan en la mitad de la escalera, les basta con tener un techo muy bajo para que su cercanía al suelo no les dé vértigo.
Pero para otros muchos, que en España somos la mayoría, “lo nuestro” es mucho más. Consideramos que forma parte de lo nuestro todo aquello que han ido haciendo nuestros predecesores a lo largo de los siglos y que integra la historia económica, política y social de nuestra Nación. Dicho más directamente, entendemos que en lo nuestro entra todo lo que han hecho los que han construido España tal y como es hoy. Todos los que sentimos “lo nuestro” así entendido estamos en los peldaños más altos de una larga y creciente escalera y, lejos de asustarnos las alturas, consideramos que es un reto apasionante contribuir con el modesto “yo” de cada uno a engrandecer la historia actual de lo que es España y de todos aquellos sistemas internacionales en lo que España está integrada como Nación.
La diferencia entre los primeros (“lo mío”) y los segundos (“lo nuestro”) consiste, ni más ni menos, en que aquellos se contentan siendo muy poco, porque vuelven la vista hacia un pasado en el que solo se camina retrocediendo. En cambio, los que optamos por “lo nuestro” aspiramos a seguir haciendo camino en la tarea ilusionante de construir un futuro en el que “lo nuestro” sea cada vez más amplio e integrador. Yo me apunto sin un ápice de duda a esto último. ¿Y ustedes?
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