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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

La tercera edad y la democracia

José Manuel Otero Lastres el

No es fácil marcar la línea donde comienza la Tercera edad porque cada vez llegamos mejor a la vejez. Si según la última edición del Diccionario de la Lengua Española de la RAE, “vejez” significa cualidad de viejo y añade que comúnmente puede entenderse que es vieja la persona que cumplió 70 años, creo que no exagero si digo que actualmente hay muchos ciudadanos que tienen esa edad y, sin embargo, están en plena forma y se valen perfectamente por sí mismos.

Permítanme, por eso, que me tome la licencia de situar la Tercera edad en las personas que ya han cumplido 80 años; es decir, los que nacieron a partir de 1935. Se trata, pues, de la generación de los niños que nacieron durante la guerra y a la que le tocó en plena juventud encargarse de la durísima tarea, junto con la generación anterior, de reconstruir la España de la postguerra.

Pues bien, esta generación, que lleva treinta y siete años de democracia, está recibiendo de ésta un trato más que notable. En efecto, además de recibir una pensión, siempre mejorable, pero bastante acorde con el nivel que ocupa España en el concierto internacional, dispone de unos servicios municipales individuales y colectivos, que mejoran sensiblemente su nivel de vida.

Entre los servicios individuales, me permito citar, entre otros, la “tele-comida”, la “tele-asistencia”, y la “tele-biblioteca”, en virtud de los cuales hay mayores que pueden recibir a diario la comida en casa; están permanentemente conectados en su domicilio con servicios de asistencia sanitaria para casos de urgencia; y están apuntados a servicios de préstamos de libros en sus hogares.

Y entre los servicios colectivos, de todos son conocidos los hogares y casas del pensionista a donde suelen acudir a diario los jubilados para convivir con gente de su edad y disfrutar del ocio en común. Tal vez porque, como escribió García Márquez en “El amor en los tiempos del cólera”, “los viejos entre viejos son menos viejos”.

La democracia no sólo ha mejorado, pues, sensiblemente, como ya escribí en este blog, las ciudades y su entorno, sino que ha hecho justicia también con sus mayores. Es verdad que todo puede parecer poco y que siempre puede hacerse algo más, pero si volvemos por un momento la vista atrás y vemos de dónde veníamos y donde estamos, es para sentirse satisfechos de lo que le estamos devolviendo a esa generación admirable que pasó hambre y se privó de muchas cosas para reconstruir España y hacer posible que se haya situado donde está hoy.

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