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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Ladrón del futuro de algunas vidas

José Manuel Otero Lastres el

Eres una de las mortíferas tres C: corazón, circulación y tú, cáncer. A las tres os corresponde el dudoso honor de encabezar la clasificación de las causas de muerte más frecuentes en los seres humanos. Pero tú te diferencias de las otras dos en que sueles presentarte enviando por delante la agonía.

Eres tan cruel que nos das tiempo a comprobar cómo te apoderas paulatinamente de tu presa. Desde el amargo día en que nos anuncian tu llegada, vamos viendo como la vida sobre la que te posas inicia un camino sin retorno, que culmina con la práctica extenuación del cuerpo.

Y es que vas dejando en la persona a la que atacas rastros de tu demoledora destrucción: el rostro palidece, la piel apenas hace algo más que cubrir los huesos, los ojos pierden brillo y se hunden en las cuencas ennegrecidas, en la boca aparece un rictus tenebroso y hasta el respirar, generalmente inadvertido, se hace notar, al volverse entrecortado, con sonidos roncos y desacompasados. Y todo ello acompañado la mayoría de las veces por un dolor insoportable.

Lo peor de todo es que en tu voracidad sin límites te vale cualquier  cuerpo humano para propagar en él tu desorden aniquilador, sin que te importe la edad o cualquier otra circunstancia. Por eso, te llamo “ladrón del futuro de algunas vidas”, porque hay veces que te llevas a personas que tenían, al menos teóricamente, mucho tiempo de vida por delante.

Yo fui uno de esos a los que le robaste nada menos que el futuro de una vida con su padre. A ti te debo la paradoja de tener muy  presente la ausencia más sentida de mi vida: la figura de mi padre, al que te llevaste cuando apenas tenía cuarenta y dos años, dejándome a mí cuando yo solo tenía tres con la única posibilidad de hacerlo revivir en mí recuerdo. Comprenderás, por todo ello, que hoy en el día mundial de la lucha contra ti no pueda desearte otra cosa que desparezcas para siempre de la faz de la Tierra y que te hundas en el olvido humano, que es el morir definitivo.        

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José Manuel Otero Lastres el

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