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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Seres nacidos para amar sin reservas

José Manuel Otero Lastres el

En el “reino de la frivolidad”, hay dos circunstancias que suelen valorarse sobremanera: la belleza física y el dinero. Pero suele bastar una las dos para gozar de aceptación entre los pasmarotes que bullen por ese mundo insustancial de envidias y maldicientes.

La guapura, don regalado al agraciado sin merecimiento previo alguno, no solo abre puertas, sino que suele situar al beneficiado, sin justificación racional alguna, en una posición general de ventaja frente al resto de los ciudadanos normales.

Y sobre el poder del dinero y las prebendas que proporciona poco hay que decir: el lector es testigo cada día de la importancia del dinero y de cómo en nuestros días ha sido entronizado como la deidad pagana con más fieles idólatras y menos apóstatas. 

Afortunadamente, el “reino de la frivolidad” es muy pequeño. En el vasto mundo ideal que ocupan los humanos, el mayor espacio corresponde al “reino de la normalidad”. Me refiero a esa enorme extensión que habitamos los ciudadanos del montón, esto es, las personas de aspecto físico normal y más o menos justas de dinero que, tal vez por ello, le damos valor a otras cosas, como el alma.

Precisamente por ello, es en nuestro reino en el que se están abriendo camino con fuerza unos seres que, si bien poseen un cuerpo que revela una alteración genética que la hace claramente reconocible, tienen, en clara compensación, un alma especialmente predispuesta para amar.

Y es que no he oído jamás a nadie que haya convivido –o que conviva- con estas personas especiales que no haya resaltado con emoción la inmensa capacidad que tienen de dar amor. Por eso, he llegado a preguntarme si no se deberá a que carecen de los dos rasgos mencionados del “reino de la frivolidad”. En su mundo singular, esos seres incompletos se consideran todos suficientemente bellos; seguramente desconocen lo que es el dinero –y, desde luego, el poder de éste-; y necesitan tanto amor que justamente por eso empiezan por ofrecer el suyo sin reservas.     

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José Manuel Otero Lastres el

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