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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Si no es para mí, no será para nadie

José Manuel Otero Lastres el

En La Voz de Galicia de ayer, la magistrada Lola Galovart publicaba un interesante artículo sobre la violencia machista, titulado “Era mía y por eso la maté”. Sobre este preocupante tema, viene emitiéndose en televisión, desde hace poco tiempo, un anuncio en el que se ve a un hombre con una jaula de pájaros susurrando a algo invisible, pero que parece ser una mujer, a la que trata de convencer lo bien que se está en esa “mazmorra”.

Las causas de la cada vez más frecuente violencia machista son muchas y variadas, pero para ayudar a su erradicación me parece un acierto el anuncio de la jaula y artículos como el de la magistrada Galovart, al que añadiría solo una precisión. A este efecto, permítanme que reproduzca parcialmente un artículo que publiqué en el citado periódico gallego el 29 de mayo de 2003, en el que me servía del siguiente brevísimo relato.

<<Un joven, al abrir su ventana todas las mañanas, veía un hermoso jilguero cantando sobre la rama de una acacia. El jilguero cada vez cantaba mejor, por lo cual el joven comenzó a poner, sobre el alfeizar de la ventana, unos granos de cañamón en un pequeño recipiente. Poco a poco, el jilguero fue cogiendo confianza, y cada mañana despertaba al joven cantando, posado sobre el borde del recipiente.

Ante el temor de perder al jilguero, el joven decidió cazarlo, para lo cual comenzó a introducir el cañamón en una jaula. Y un día, cuando el pájaro estaba comiendo confiado, cerró la puerta de la jaula. Pasaron los días y el jilguero, poco a poco, fue dejando de cantar. Apesadumbrado, el joven decidió abrir la puerta de la jaula para que las cosas volvieran a ser como antes. Y el jilguero volvió a cantar, pero con unos trinos mucho más brillantes que al principio.

El nuevo canto del pájaro hizo que se fijara en él un vecino del joven. Al principio, el vecino se contentaba con escuchar al jilguero. Pero un día, agradecido, comenzó a ponerle alpiste en su ventana. Y el pájaro empezó a cambiar poco a poco el cañamón por el alpiste. De tal suerte que, aunque el pájaro iba todas las mañanas a cantar para el joven, también lo hacía para su vecino, después de que aquél cerrara su ventana.

Un día de mucho calor, el joven abrió su ventana a media mañana y vio al jilguero cantando para su vecino. De repente, sintió angustiado que podía perderlo para siempre y a la mañana siguiente, cuando estaba comiendo el cáñamo en la jaula, lo mató: ‘Si no es sólo para mi, no será para nadie’, pensó>>.

El maltratador que maltrata a su pareja tiene la visión disparatada de que ella es su pájaro enjaulado, pero cuando llega a matarla no es tanto porque crea que es suya, sino porque si no es para él, no es para nadie.

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