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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Niñas-bomba

José Manuel Otero Lastres el

Acaba de saltar la noticia de que en Nigeria han detenido a una niña de 10 años con un cinturón de explosivos que al parecer le había sido colocado por terroristas de Boko Haram. Aunque nos llegan constantes noticias de lo descontrolado que está el mundo, no exagero si digo que muchos de nosotros mantenemos todavía cierta capacidad de asombro. Y he de confesar que cuando oí esta noticia se me revolvieron las entrañas.

Es posible que en Nigeria valgo poco una vida y que en esas circunstancias los terroristas cuando eligen a una niña de 10 años solo buscan la manera más efectiva de lograr sus objetivos. Y desde su enloquecida perspectiva no es discutible que levanta menos sospechas entre las futuras victimas una chiquilla de esa edad que otro portador con más años.

Tampoco desconozco que el terrorismo es en sí mismo un fenómeno meta-racional: se funda en unos principios completamente distintos a los que sirven de fundamento a la convivencia entre seres racionales que sitúan la vida entre sus valores más preciados.

Y por último sé que quien da el paso de poner bombas que maten indiscriminadamente a otros hombres inocentes lo suele hacer por fanatismo. Su circunstancia vital lo ha llevado a alistarse en un movimiento que se propone alcanzar sus objetivos subvirtiendo el orden mediante la siembra del terror. Es su opción, disparatada, pero se supone que asumida mentalmente.

¿Pero qué mente tan aborrecible hay que tener para no inmolarse uno mismo -que es el que supuestamente cree en todas esas patrañas-, sino hacer que sea otro el que pierda su vida y que ese otro sea nada más y nada menos que una inocente niña de 10 años? ¿Qué posibilidad de elección habría tenido esa cría de haberle estallado el cinturón con los explosivos?

No solo hay que ser fanático, hay que ser un cobarde de la peor calaña para traspasar a otro el riesgo inherente a tu propia ideología elegida libremente, y –lo que es peor- hay que serlo en grado extremo hasta llegar a la alevosía cuando ese otro es una chavala de 10 años que hace sin rechistar lo que le diga el terrorista porque confía en él. ¡Qué mundo tan extraño en el que unas niñas de 10 años juegan con muñecas y a otras de la misma edad son usadas como portadoras involuntarias de armas de destrucción de su vidas y de las de otros inocentes! Si hay alguien que me oiga le suplico que borre de la condición de ser humano a los sujetos que han ideado la niña-bomba.

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