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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

El miedo a que les hagan el vacío

José Manuel Otero Lastres el

Una vez llegó un portugués a vivir a una urbanización y sus vecinos no tardaron en invitarlo a una cena comunitaria. Allí se hablaron de todos lo temas con relativa sinceridad y una de las asistentes le preguntó si le gustaban las mujeres. Y él respondió: “gustar me gustan, pero no soy fanático”.

Este chascarrillo viene a cuento para significar que a uno puede le pueden gustar las cosas, pero que no es necesario que sea un entusiasta enfervorecido.

En los lugares en los que existe un nacionalismo exacerbado, a los que llegan a vivir allí por algún tiempo los nativos ideologizados les acaban exigiendo que hagan una declaración de amor eterno a esa tierra que no es la suya a cambio de no hacerles el vacío. A más de uno le gustaría como muestra de agradecimiento manifestar que quieren, como no podía ser de otro modo a su tierra de acogida. Pero también les gustaría añadir, como el portugués, que no son fanáticos de ella.

Lo malo es que cuando las cosas se desmadran estas declaraciones limitadas de amor se consideran una muestra de tibieza. Y entonces los nativos, insatisfechos por no encontrar en estos forasteros las deseables reacciones de furibundo fanatismo, acaban por hacerles el vacío.

Hace poco un amigo me regaló un libro, titulado “Los peces de la amargura”, de Fernando Aramburu, que describe magistralmente, entre otras situaciones, el vacío que sufrieron las víctimas del terrorismo etarra de una gran parte de sus vecinos, unos por convencimiento con la lucha armada y otros simplemente por temor a los violentos.

Que quede muy claro que no comparo una situación con la otra. Solo quiero subrayar que en el país vasco a las víctimas del terrorismo no solo las convirtieron en objetivo de las acciones criminales, sino que, además, el resto del pueblo les hizo mayoritariamente el vacío.

En otros comunidades autónomas en las que se ha desatado un nacionalismo excluyente, se está empezando a exigir a los foráneos que se sumen a su causa. Pero, por muy importantes que se crean, espero que lleguen a entender que la gente sigue queriendo a su tierra de procedencia, y confío en que no hagan el vacío a todos aquellos que los quieran aunque no sea fanáticamente.

Por cierto, acabo de leer que Jordi Pujol pide perdón porque él y su familia ocultaron en el extranjero una herencia millonaria. Con independencia de que esas cosas no se arreglan solo con pedir perdón, la pregunta que se me ocurre, aunque pueda parecer  ventajista, es: ¿no han estado esos nacionalistas robando a Cataluña?

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