ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

El corazón de Di Stéfano

José Manuel Otero Lastres el

Cuando llegó al Real Madrid en 1953 yo tenía seis años, pero no pude verlo jugar en vivo porque entonces viví en Ferrol y la única posibilidad que tenía de ver el fútbol de competición era acudir al Estadio del Inferniño para ver al Racing.

La primera vez que oí su nombre fue en un partido internacional radiado por el maestro Enrique Mariñas, gran locutor de Radio Nacional de España, de cuyo hijo Luis, fallecido no hace mucho era compañero de pandilla y de equipo de fútbol en nuestro barrio coruñés. Y ya entonces en alguna conversación que tuve con él en su casa de Pla y Cancela lo calificó como un jugador extraordinario y tan completo que ocupaba todo el campo.

Las  primeras imágenes de su juego las vi en los resúmenes que daban en el NO+DO de las primeras copas de Europa ganadas por el Real Madrid. Y creo que no me falla la memoria si digo que pude ver cómo jugaba por televisión española a través de la única cadena que había entonces. Los jóvenes de provincias no teníamos otras posibilidades.

Andando el tiempo tuvo el inmenso privilegio y el inmerecido honor de llegar a ser miembro de la Junta Directiva del Real Madrid, primero con Ramón Mendoza y más tarde con el actual Presidente Florentino Pérez en cuyo equipo directivo sigo figurando. Pues bien, un recuerdo que conservaré mientras tenga memoria es que en un desplazamiento con el primer equipo en avión ocupé la misma fila, nada más y nada menos, que con Alfredo Di Stéfano, Paco Gento y Amancio Amaro. Ni que decir tiene que aquel día, cerrándolos ojos, rescaté de mi recuerdo al joven provinciano que fui y por unos momentos me sentí feliz como si todavía fuera un niño.

Don Alfredo tuvo que tener un corazón con una fortaleza fuera de lo común. Gracias a él pudo bombear a todos sus órganos la sangre de ganador que tenía y convertir al Real Madrid en el mejor equipo del mundo del siglo XX. Ese corazón resistió largamente el inevitable deterioro que nos va acercando al final del camino. Hasta que no pudo más. Creo que el destino es envidioso y egoísta y se quiso llevar a su lado cuanto antes al jugador más grande que ha nacido hasta ahora.

Otros temas
José Manuel Otero Lastres el

Entradas más recientes