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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Gracias Frau Frida

José Manuel Otero Lastres el

Mi gratitud no es para Frida Khalo, la conocida pintora mexicana casada con Diego Ribera, sino para la protagonista de “Me alquilo para soñar”, uno de los Doce Cuentos Peregrinos de Gabriel García Márquez.

Cuenta este genial narrador que el sobrenombre de Frau Frida corresponde a la tercera de los once hijos que había tenido un próspero tendero de la ciudad colombiana de Caldas, la cual había logrado abrirse paso en la vida, aunque en Viena, alquilándose para contar sueños premonitorios. Gabo la conoció durante una breve estancia en la capital austríaca en una taberna que ambos frecuentaban. Una noche, en plena euforia de la cerveza, ella le dijo al oído: “Hoy he venido solo para decirte que anoche tuve un sueño contigo. Debes irte enseguida y no volver a Viena en los próximos cinco años”. Cosa que hizo de inmediato.

Años más tarde se volvieron a encontrar en Barcelona, durante una escala de un crucero en el que viajaban también Pablo Neruda y Matilde, su mujer. Fue en el restaurante gallego Caballeira mientras almorzaba Gabo con el matrimonio Neruda. Frau Frida estaba sentada sola en otra mesa, y tras un intenso cruce de miradas, acabó siendo invitada a tomar café a la mesa de los ilustres escritores. En un aparte, el Nobel colombiano le soltó a Frau Frida que siempre había pensado que lo de sus sueños era una artimaña para vivir. A lo que ella respondió con una carcajada irresistible: “sigues tan atrevido como siempre”, añadiendo a continuación “A propósito, ya puedes volver a Viena”.

Después de la copiosa comida, cada uno se fue por su lado, relatando Gabo que al menos Neruda y Frau Frida subieron al barco a dormir la siesta. Tras los diez minutos reparadores de rigor, el Nobel Chileno se presentó ante Gabo, que aún permanecía a bordo para despedirse, y le espetó: soñé que ese mujer que sueña estaba soñando conmigo. García Márquez le respondió “eso es de Borges”. ¿Ya está escrito?, le preguntó desencantado Neruda, y Gabo le respondió: si no está escrito, lo escribirá alguna vez. Será uno de sus laberintos.

Antes de bajar a tierra, Gabo buscó a Frau Frida para decirle adiós, y cuando por fin la encontró, ella le dijo: soñé con el poeta, soñé que él estaba soñando conmigo. Y ante la cara de asombro de Gabo, concluyó “¿Qué quieres? A veces, entre tantos sueños, se nos cuela uno que no tiene nada que ver con la vida real”.

Ante la eventualidad de que la permanencia en Viena de Gabo hubiera podido depararle algún riesgo serio para su vida, no cabe más que agradecer a esta arrendadora de sueños premonitorios que lo hiciera salir rápidamente de allí. Es verdad que todo parece indicar que Frau Frida era una “impostora”. Pero ¿y si no lo fuera? y si no se hubiera  marchado ¿cuál habría sido la suerte de Gabo ante las amenazas soñadas por tan hábil y sorprendente fabuladora? Al releer hoy el indicado Cuento Peregrino, le doy muy gustoso las gracias a la soñadora Frau Frida por si llegó a evitarle algún mal al universalmente llorado Gabriel García Márquez. Sea de ello lo que fuere, la verdad es que lo tuvimos con nosotros hasta hace bien poco.

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