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¿Qué han prohibido hacer Meghan y el Príncipe Harry en su boda?

¿Qué han prohibido hacer Meghan y el Príncipe Harry en su boda?
Britain's Prince Harry and his fiancee Meghan Markle during the official announcement of their engagement in the grounds of KensingtonPalace in London, Monday Nov. 27, 2017
Maira Álvarez el

No solo se casan este fin de semana Meghan Markle y el Príncipe Harry, y es que seguramente muchos de ustedes tengan ya una invitación a algún enlace al que deban asistir más o menos por compromiso.  O todo lo contrario, y estén más expectantes que los propios novios deseando que llegue el día “B”.  Ya sea una boda civil, religiosa, de día, campestre o en un salón de Albacete, hay ciertos pecados que les aconsejo evitar si no quieren que esa boda sea la última a la que les inviten. No hay nada más peligroso que enfadar a una novia el día de su casamiento: hay cosas que jamás se olvidan.

 

Llamar la atención más que la novia

Hay ciertas reglas del dress-code que hay que respetar: nunca vestir de blanco (color exclusivo para la novia) ni de negro (por ser de luto). Por ese motivo, los hombres tampoco deberían llevar corbata negra.

No hay que llevar vestidos con grandes escotes, ni aberturas laterales, ni demasiado minifalderos.

Van a una boda, no la gala de los Óscar: eviten las lentejuelas, los vestidos largos de noche o los looks de Lady Gaga. No les van a dar un premio.

 

Tocados infernales

Un bonito tocado o pamela puede ser elegante, original y hacer que se destaque con clase, pero también puede convertirla en la pesadilla de todos los que la rodean. Hay tocados ideales para las carreras de Ascott, pero no para acudir a un enlace. A nadie le apetece tener que estar esquivando plumas larguísimas cada vez que se gira. Además, recuerden que no se lo  puedes quitar en todas las horas que dure la velada (la que sale tocada, vuelve tocada, dice la máxima). Que la gente la esquive por su atuendo quita mil puntos de glamour.

Consejo: menos es más.

¿Se acuerdan de la prima de York?

Emborracharse

Es cierto que para muchas personas, el mayor aliciente que tiene una boda es la barra libre. Sin embargo, una boda no es el lugar para beber como si no hubiese mañana y hacer el ridículo delante de familiares y amigos.  Intentar perrear delante de su abuela, (ya no les hablo de si ésta es la Reina de Inglaterra), vomitar delante de alguien o caerse y romperse un tobillo deberían hacer que controle la cantidad de gin tonics que se toma.

Consejo: el “estamos tan agustito” de Ortega Cano sólo le pareció bien a Ortega Cano.

 

Criticar

Las bodas son reuniones sociales amables, de carácter festivo. No es el momento de ser un estilista aunque el vestido de la novia le parezca horrible, ni ponerse a despotricar para intentar destacar. Si la comida no le gusta, el servicio es lento, las canciones son horteras… paciencia. Es el día de los novios y ellos lo han escogido así.

Consejo: muérdase la lengua, no va a ser tendencia en Twitter.  Criticar te retrata.

El regalo

Intente seguir las pautas marcadas por los novios. Meghan y el Príncipe Harry van a donar el dinero recaudado en su lista de bodas a siete organizaciones de beneficencia. Hay parejas que prefieren dinero (por favor, evite aparecer con el sobre el día de la boda, es un detalle horrible), otras que elaboran una lista de bodas y las menos que dejan al libre albedrío del invitado el regalo. En cualquier caso, presentarse con una plancha en el lugar del convite hará que le fusilen más de un par de ojos.

 

Arrear ovejas

Seamos educados. Si en una reunión del trabajo no le da por gritar “!que se choquen las manos!” aquí tampoco empiecen a gritar el ¡que se besen!. Estamos en el año 2018, y seguro que ellos ya se han besado antes.

 

Clase, por favor

Sobre todo los hombres, muchos sufren una metamorfosis en cuanto empiezan a tener el estómago lleno: en la mesa hay que mantener la chaqueta puesta, aunque se desabroche. Nada de arremangarse la mangas ni ponerse la corbata en la cabeza. Eso pasó a la historia como el siglo XX.

Ver a algunas mujeres caminando y arrastrando el vestido como en un casting de The Walking Dead no ayuda a dar nivel a una boda, así que es mejor llevar tacones moderados si una no está acostumbrada a los stilettos de 13 centímetros.

Usted no es Fred Astaire

Reprima sus ansias aunque sea un consumado bailarín. El baile nupcial, tradicionalmente, lo abren los novios. Luego salen a bailar con los padrinos y luego ya pueden compartir pista el resto de los invitados.

No es el momento de hacer un círculo a su alrededor mientras gira y gira a tu pareja mientras el resto de los asistentes están acorralados. Ni de marcarse una lambada, aunque acabe de ligar con la prima de la novia.

Consejo: Tenga cuidado si baila con una copa en la mano, los accidentes ocurren.

Chucky era un muñeco

Pero también pueden pensar en él mientras ven a su hijo correteando entre las mesas. Hable antes con los novios si puede acudir con tu pequeño o no. Los niños se aburren y no pueden evitar llorar, moverse, gritar e inventar mil travesuras. Hay parejas que prefieren que no haya niños en su boda, y están en su derecho, no puede molestarle por ello.

Quien fue a Sevilla….

Una de las labores más arduas a la hora de preparar una boda es sentar a los invitados en las mesas: hacer grupos de ocho o de diez, intentando emparejar familias, amigos, solteros… y hacer que nadie se sienta desplazado. No saben la de broncas que hay entre las parejas por culpa del seating plan, o quizá sí, y se estén acordando de enlaces pasados donde una tía quedó relegada o había amigas que no se llevaban entre ellas y hubo que romperse la cabeza para sentarlas en mesas separadas. Es por ello que a una novia le pueden dar los mil males si usted llega y decide  motu propio cambiarse de mesa porque le apetece charlar con tal persona. Se desbarata horas de esfuerzo, y es una tremenda falta de educación. Come con las personas que le han asignado, y ya tendrá tiempo de socializar más tarde durante la fiesta.

 

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