No debería ni ser noticia, y sin embargo, lo ha sido. Y trending topic en Twitter. Esta es una historia casi casi de Navidad, de las que podríamos contar a nuestros hijos. Es una historia de competitividad y respeto. De espíritu deportivo. De dignidad tanto en la victoria como en la derrota.
Hablo esta semana con Aitor Cebrián un día después de su cumpleaños. Ha hecho 22 años. Estudiante de Historia en la Universidad de Valencia, con vocación de profesor, jugador de fútbol amateur y entrenador por segundo año de los Benjamines del CF Ayelo de Malferit.
Aitor se ha hecho conocido por una charla que dio a sus pequeños pupilos antes del partido que les enfrentaba al Contestano, el equipo más goleado de su categoría.
“Acabo de ver entrar a los chicos contra los que vais a jugar. Son más pequeños que vosotros. Son de primer año y no deberían estar compitiendo contra vosotros. Todas las semanas los están goleando y me gustaría que os pusierais en su lugar. No quiero que celebréis ningún gol, no les presionéis arriba, dejadlos jugar un poco y que puedan disfrutar de jugar a fútbol. Seamos respetuosos con ellos”.
“Obviamente son niños”, cuenta Aitor, “no les puedes decir que no marquen goles. Lo primero que me dijeron era que porqué no podían marcar todo lo que quisieran. Yo les dije que se pusiesen en su lugar. En ese equipo juegan niños de 6, 7 y 8 años, y a estas edades, la diferencia física que marca un año es enorme. Les dije a mis chicos que imaginasen ponerse en su lugar: no poder dar dos pases seguidos, no marcar ni un solo gol… y que cómo se sentirían. No necesité más. Me dijeron que se sentirían mal, y entendieron perfectamente lo que quería explicarles”.
“Los niños tuvieron una actitud ejemplar en el campo. Intenté ponérselo difícil, encerrarles en el área, alejarles de la portería, pero aún así ganamos 11 a 0”.
“Mis niños no celebran los goles, tienen un vicio muy bueno, y no se lo he enseñado yo: el que marca siempre dedica el gol al que le ha dado el pase. Esto no es sólo fútbol, hay que educar en el respeto, porque esto les puede servir para el día de mañana”.
“El resultado me da igual. Hoy entreno a 14 niños, pero son 14 adultos del mañana. Hay que concienciarles y trabajar la actitud”.
Un padre del equipo contrario escuchó la charla de Aitor y lo comentó al club, y éstos escribieron la siguiente carta agradeciendo este ejemplo de deportividad que se ha hecho viral en las redes sociales.
Sin embargo, Aitor vive con calma sus 15 minutos de fama, y no llega a entender tanto revuelo por una actitud que para él debería ser habitual. “No esperaba tanta repercusión, pero sí que sirva de ejemplo. Hay entrenadores que piensas que hay que salir a ganar y marcar cuantos más goles mejor, pero yo no lo creo así, los niños tienen que disfrutar jugando. Y en las grandes goleadas, los niños que reciben tantos goles se frustran y no disfrutan ni aprenden”.
“Mi madre siempre ha dicho que los niños son esponjas, y que absorben todo lo que les dices y haces. Y los primeros que deberían animar siempre a sus hijos son los padres. Los padres son los ejemplos en la vida de sus hijos”.
Enhorabuena Aitor por tu ejemplo. No sólo es encomiable en el fútbol base, sino en esta sociedad en la que vivimos.
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