Todd Derlachter, el jugador de póker más viejo del mundo, cumple cien años

En 1915, el mundo sufría su primera gran guerra, D. W. Griffith sentaba las bases del cine moderno con «El nacimiento de una nación» y nacían futuras estrellas como Ingrid Bergman y Orson Welles. Sin hacer tanto ruido, aquel año también nació Todd Derlachter, que los ha sobrevivido a todos y lleva 75 años jugando al póker. El pasado miércoles celebró en Las Vegas su cumpleaños más redondo, en la sala de juego del Bellagio, cuyos responsables lo felicitaron a través de Twitter.

La revista Card Player contaba la noticia y sacaba a muchos de un error. Doyle Brunson, embarcado una vez más en una nueva batalla contra el cáncer, gana a todos en popularidad, pero no en veteranía.

Derlachter empezó a jugar al póker en los años cuarenta. Nunca fue su forma principal de ganarse la vida, si bien llegó a trabajar como vicepresidente ejecutivo del hotel y casino Dunes, que cerró en 1993. En el Bellagio sigue participando de forma activa en las partidas de Texas Holdem sin límite con ciegas de 5 y 10 dólares. «El póker me ha dado grandes alegrías por la gente que he conocido y los amigos que he hecho», declaró a Card Player. Si el ajedrez es bueno para mantener el cerebro joven, a Todd las cartas le han proporcionado su particular gimnasia mental. Ahí lo tienen, de pie, con una baraja en la mano y sin vértigo ante el abismo de tiempo que vislumbran sus ojos.

Él ha añadido la sabiduría de jugarlo en las dosis justas. Según dijo, el secreto de su longevidad ha sido la moderación con la que ha disfrutado de la bebida, el juego y la búsqueda de mujeres». De las tres cosas, si hay una que no piensa dejar en lo que le quede de vida es el juego. Ahora vive en Carolina del Norte, con el objetivo de pasar todo el tiempo posible con su hija (que tampoco es ninguna niña, con seguridad), pero sigue aprovechando cualquier ocasión para viajar a la ciudad del pecado y mantenerse activo.  «Se podría decir que he superado la mitad de mi vida. Quiero dedicar la otra mitad al póker», añadió. El sentido del humor es otro de sus secretos peor guardados.