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Resuelto el enigma del «tramposo de los zapatos»

Resuelto el enigma del «tramposo de los zapatos»
Federico Marín Bellón el

Borislav Ivanov ya es famoso, por desgracia. El ajedrecista búlgaro, un aficionado al que no conocía nadie, irrumpió en el circuito al derrotar a una cantidad inexplicable de grandes maestros, como si fuera un niño prodigio, que no parece el caso. En un torneo llegaron a quitarle parte de la ropa, en busca de algún dispositivo. Un gran maestro, Max Dlugy, aseguró después que había dado con la clave: Ivanov escondía algo en los zapatos. En Navalmoral de la Mata (Cáceres) parecen haberlo desenmascarado del todo, aunque faltan algunos detalles por conocer.

Tras la ola de sospechas y denuncias, Borislav Ivanov, el ajedrecista stripper, por la cantidad de veces que tiene que quitarse la ropa en los torneos, anunció incluso que había dejado el ajedrez, harto del «acoso psicológico» que sufría. En realidad, siguió jugando torneos y mejorando de forma asombrosa su Elo. El joven seguía derrotando a ajedrecistas mucho más fuertes que él, al menos en teoría, y lo hacía con una facilidad insólita. Su mayor problema era que ya nadie se fiaba, por lo que en algunos torneos le prohibieron incluso la participación. No se le reconocía ni la presunción de inocencia.

Del 5 al 8 de diciembre, encontró plaza en el XIX Abierto Internacional de Navalmoral de la Mata. Su participación volvió a despertar la polémica, porque esta vez parece que sí se ha descubierto el pastel, lo que ha llevado a los organizadores a aclarar algunos puntos, ante la profusión de rumores contradictorios.

Resumiré el extenso documento, aunque dejo algunas citas textuales, que merecen la pena. Cuando se supo que Ivanov jugaría el torneo, algunos grandes maestros protestaron, pero ninguno quiso presentar una queja por escrito. La paz duró poco, porque Ivanov se puso enseguida en modo máquina y las sospechas de todos crecieron tras alguna de sus victorias. La organización decidió inspeccionar los zapatos de Ivanov después de la cuarta ronda. El jugador accedió, al contrario que en Blagoevgrad (Bulgaria), pero no le encontraron nada. Dos miembros de la organización llegaron a utilizar una aplicación móvil que supuestamente detecta metales, también sin éxito, aunque en la nota se admite que ignoraban la «fiabilidad y precisión de dicha aplicación».

El siguiente pasaje es brillante: «Una vez terminado el registro de los zapatos, el propio Borislav Ivanov hizo ademán de bajarse los pantalones, inquiriendo a los dos miembros de la organización si debía continuar desnudándose. En vista de que las quejas se habían centrado únicamente en los zapatos, los organizadores decidieron no proseguir con el registro».

Borislav Ivanov, sospechoso habitual

En la quinta ronda, sin embargo, comienza el verdadero drama: otro participante, Andrés Holgado, «percibió que el Sr. Ivanov (que jugaba con la bufanda y el abrigo puestos a pesar de que el recinto de juego contaba con calefacción) tenía un bulto sospechoso en la espalda. Este bulto sospechoso fue visto también por varios de los participantes en el torneo y se puso en conocimiento del árbitro principal, que no estimó oportuno interrumpir la partida en ese momento. Al finalizar la partida, con el ambiente muy tenso, el jugador D. Andrés Holgado Maestre, sin aviso previo, agarró a través de la ropa el bulto situado en la espalda del Sr. Ivanov y tirando de él le preguntó en español qué era lo que ocultaba en la espalda, a lo que el Sr. Ivanov contestó algo en búlgaro. Posteriormente el Sr. Holgado, en inglés, acusó de tramposo al Sr. Ivanov y requirió de la colaboración de varios de los participantes que estaban observando la escena para descubrir qué era lo que ocultaba el Sr. Ivanov, pero no recibió ayuda de ninguno de ellos, por lo que soltó al Sr. Ivanov, que aprovechó para marcharse de la sala de juego».

Andrés Holgado dijo después que tocó «un aparato alargado que podría ser similar a un reproductor de mp3 y que estaba pegado al cuerpo del Sr. Ivanov». Al día siguiente, el nuevo rival de Ivanov, Namig Guliyev, exigió un nuevo registro y el búlgaro aceptó de nuevo, aunque «mostró su extrañeza por que se realizase al principio de la ronda y no al final». Esta vez, además, Ivanov estaba «visiblemente nervioso».

Pese a todo, el búlgaro volvió a preguntar si querían que se desnudara, pero Guliyev dijo que se conformaba con que «mostrase que no ocultaba nada». «El Sr. Guliyev se vació los bolsillos y se palpó por el cuerpo mostrando que no llevaba nada. Además se levantó un jersey ceñido que llevaba mostrando parte de la camisa». Ivanov se limitó a quitarse el abrigo y la bufanda. El árbitro pidió entonces a Guliyev que abandonara la sala y procedió a cachear a Ivanov, que también accedió, aunque «para salvaguardar la privacidad del búlgaro, el director del torneo, Juan Antonio Sánchez Bermejo, (policía jubilado) se quedó a solas con el sospechoso y procedió al cacheo.

Y aquí empieza lo mejor: «Se inició el registro por el pelo, cuello y hombros. Pero al ir a tocarle en el pecho, el Sr. Ivanov rehuyó el contacto echándose hacia atrás. No obstante, antes de que el Sr. Ivanov se retirase evitando el contacto, el Sr. Bermejo tuvo tiempo de palpar algo anormal cerca de su axila izquierda, pero sin poder precisar de qué se trataba. Tal vez debido a la brusquedad del movimiento del Sr. Ivanov se le abrió un botón de la camisa, quedando a la vista una especie de cinta que aparentemente le cruzaba el pecho de lado a lado».

Pese a todo, Ivanov siguió negándolo todo y se negó a continuar con el registro, aunque le advirtieron que podría ser expulsado del torneo. El propio jugador dijo que abandonaba, aunque solicitó que le devolviesen la inscripción, «dado que carecía de suficiente dinero para marcharse». El árbitro, «a título personal», le dio 50 euros de su propio bolsillo «como un acto de caridad», «en ningún caso como compensación». (Este detalle hizo que algunos jugadores se subieran por las paredes, si se permite la exageración).

En resumen, parece más que evidente que Borislav Ivanov juega con alguna clase de ventaja. No sé sabe si el dispositivo que esconde sirve para transmitir jugadas o para analizar las partidas directamente, pero parece que puede ocultarlo en distintas partes del cuerpo. Tampoco está claro cómo es posible que después de llegar tan lejos lo dejaran escapar «vivo», sin apoderarse del aparatito. La organización del torneo se escuda en un escrupuloso respeto a las leyes e insiste en que todos los registros fueron consentidos.

Si alguien todavía piensa que Ivanov es inocente, me encantaría conocer sus argumentos.

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