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El mejor ajedrecista del mundo se llama Komodo y es un monstruo

El mejor ajedrecista del mundo se llama Komodo y es un monstruo
Federico Marín Bellón el

Se dice que Magnus Carlsen, campeón del mundo de ajedrez, juega con la precisión de una máquina. Tiene el mayor Elo que haya logrado nunca un ser humano y aventaja en 69 puntos (2.872 frente a 2.803) al segundo de la clasificación, el armenio Levon Aronian. En realidad, tendría poco que hacer en un enfrentamiento contra Komodo, que acaba de ganar el campeonato del mundo oficioso de programas informáticos (TCEC). Su nombre es muy acertado, ya que se  trata de un monstruo con una fuerza medida en 3.115 puntos, 243 más que Carlsen. Sería capaz de derrotar a cualquier mamífero que le pusieran por delante.

Komodo quedó en el campeonato por delante de Stockfish (3.103), Houdini (3.088) y Vitruvius (3.064). Cualquiera de ellos ganaría el campeonato de la FIDE, si les dejaran competir. Las 18 mejores máquinas, de hecho, superan los 2.900 puntos, a los que Carlsen se acerca poco a poco. El problema es que Magnus, pese a su impresionante carrera, mejora más despacio que los monstruos de silicio.

Algunas máquinas dan miedo

Si alguien piensa que estas evaluaciones son más o menos arbitrarias, debe tener en cuenta que mientras el campeonato del mundo entre Anand y Carlsen se resolvió en diez partidas, de las doce previstas, Komodo tuvo que jugar 48 solo en la «Superfinal» frente a Stockfish, otro asesino en serie. El azar está descartado en este caso. Muchas de las partidas duraban cerca de cien movimientos. Tanto se aproximan a la perfección estos ingenios de silicio que para que uno venza a otro tiene que acumular ventajas insignificantes durante muchas jugadas hasta quebrar la voluntad de su rival.

Observar estos duelos puede ser muy instructivo y se pueden ver todos ellos en la página oficial del torneo, pero no siempre es fácil comprender las decisiones que toman. Por supuesto, detrás de los programas está la mano del hombre. Hay ingenieros y grandes maestros que trabajan para mejorarlos cada año. De hecho, un gran maestro de primer nivel ayudado por una máquina todavía podría vender a otro de estos monstruos en solitario. Es quizá la última barrera de la supremacía humana sobre el tablero, que quizá no dure mucho tiempo. Pronto no seremos ni una ayuda útil.

Komodo es obra de Don Dailey y Larry Kaufman. Por desgracia, el primero falleció el pasado 22 de noviembre en Virginia. Aquí se puede leer (en inglés) una sentida necrológica de su compañero. La victoria del «hijo» de ambos ha sido un hermoso homenaje. ¿Quién dice que las máquinas no tienen corazón?

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