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Mano a mano con Rafa Nadal y Juan Carlos Navarro

Mano a mano con Rafa Nadal y Juan Carlos Navarro
Federico Marín Bellón el

El pasado martes, 15 de julio, tuve el privilegio de asistir en Porto Cristo (Mallorca) a una partida de póquer con Rafa Nadal y sus amigos de toda la vida, además de Juan Carlos Navarro. Junto al pequeño torneo, en el que solo estaba en juego el honor y no ir directo al agua como primer eliminado, se celebró una barbacoa en un ambiente inmejorable. Este domingo ha salido publicado el reportaje en las páginas de ABC, que recupero para el blog en versión algo ampliada (¡todavía más!) y con nuevas fotografías. Las buenas, como la de arriba, son de Neil Stoddart (PokerStars) y el resto, mías.  

Foto: Neil Stoddart

Antes de seguir, me gustaría destacar la cercanía de Rafa y de toda su familia –sobre todo de su madre, aunque esté feo hacer distinciones–, la sencillez e inteligencia de Navarro, los conocimientos técnicos de Vicente Delgado (en unas líneas sabrás quién es si no lo conoces ya) y la dirección del circo de tres pistas que llevó a cabo Benito Pérez Barbadillo, manager de Nadal. Y aunque sea por motivos más prosaicos, sería injusto no destacar también la labor de los responsables de la «cocina», sobre todo por los espectaculares gambones, las mollejas y el vino. 

Antes de entrar en harina, un vídeo-resumen. Al final, Rafa se queja amargamente a Vicente de las cartas que le ha dado toda la noche:

Ahora sí empieza el relato:

Plantado ante la puerta de Rafael Nadal, en Mallorca, te sientes un poco como Nick Carraway en «El gran Gatsby». Has recibido una invitación que no puedes rechazar y sabes que durante unas horas se te permitirá no solo descorrer las cortinas y mirar, sino participar también en una fiesta cuyo anfitrión es un ser mitológico –catorce torneos del Grand Slam sobre sus espaldas– que pese a todo reivindica con rabia su normalidad. No hace falta conocer el principio de incertidumbre de Heisenberg para saber que el mero hecho de observar (cuanto más cerca, peor) modificará el comportamiento del sujeto estudiado. La mirada del intruso, el simple reflejo de sus gafillas, alterará unos movimientos que pese a todo merece la pena contar. La ocasión es perfecta: rodeado de sus amigos de toda la vida, del colegio, del tenis y del fútbol, junto a Miguel Ángel, Juan, Toni, Joan y Miguel, el «capitán» –es patrón de embarcaciones–, Rafa se siente seguro. Si obviamos el privilegiado entorno, parece un joven cualquiera de 28 años y no el mejor deportista español de la historia.

Juan Carlos Navarro, un maestro en casi todo lo que hace. Foto: Neil Stoddart

Se unen a la fiesta la periodista Olga Viza (aquí se puede leer su versión de la velada, en el diario «Marca») y el baloncestista Juan Carlos Navarro, quien no tarda en acercarse para pedirme que el reportaje destaque lo agradecido y afortunado que se siente por la invitación. Tanta humildad causa asombro. Esta generación de oro no ha prosperado a base de chulerías, como se verá en la mesa, donde ninguno de los dos ases del deporte lleva la voz cantante. La «bomba» Navarro acabará ganando, pero ambos cracks actúan con timidez, juegan pocas manos y siempre se comportan con prudencia, sin molestarse en aparentar. «No me gusta farolear», confirma Nadal. «Según me han enseñado, no es una parte fundamental del juego, aunque a veces uno lo necesita».

El balear ya ha tenido dos profesores de póquer, Isaac Mayolas en sus comienzos y ahora Alfonso Cardalda, quienes en sendas entrevistas con ABC (aquí puedes leer la de Mayolas y aquí la de Cardalda) destacaron la capacidad de aprendizaje y la competitividad de su alumno. Él se lo toma muy en serio, pero no tanto como para doctorarse y ampliar estudios con los libros. En eso se diferencia del crupier de la noche, Vicente Delgado, un profesional de 23 años que rompe las mesas en internet y dedica varias horas semanales al análisis. Su última compra lo delata. No es ningún capricho, que podría permitirse, sino cinco millones de manos de los mejores del mundo para desmenuzar hasta el más sutil de sus movimientos. Para Nadal es solo un hobby, aunque le gusta aprender. «Yo me divierto, pero esto es como el golf; si no tienes ni puñetera idea te diviertes mucho menos que si sabes lo que haces». A Navarro también se le notan las ganas de mejorar. En cuanto puede pregunta a Delgado por la corrección de algún movimiento.

 

El agente de Nadal, Benito Pérez Barbadillo, confirma que su representado detesta perder y que jugar al golf con él, por ejemplo, puede ser una «agonía». «No soy hipercompetitivo», trata de refutar el aludido. «La gente dice que lo soy. La realidad es que para mí el deporte en sí es… vamos a decirlo… un sinsentido. Solo tiene sentido por la ilusión y la motivación por ganar, o de dar el máximo. Yo me voy a jugar un partido de futbito con mis amigos y a mí me enfada si mis rivales no dan el máximo. A mí no me divierte ganar, a mí me divierte la competición. No me gusta vencer 10-2 al fútbol o sacar doce golpes al golf. Me motiva estar igualados y aguantar al final para ver quién gana. Si esto es ser competitivo, pues sí, lo soy. Yo no disfruto si gano 6-1, 6-1 en el tenis. Soy un profesional, por supuesto, y claro que me voy contento a casa, pero no me llena esa victoria. Me llena cuando he sufrido, he aguantado y al final se ha decidido porque lo he hecho mejor que el rival». ¿Puede llegar a disfrutar más una derrota apretada que una victoria fácil? «Yo vivo de ganar, pero claro que puedo estar satisfecho. Yo pierdo la final de Australia de 2012 con Djokovic después de casi seis horas y me voy a casa orgulloso. Me he quedado vacío, sin nada dentro. Aunque evidentemente yo he venido a ganar».

¡Ingeniero al agua! Foto: Neil Stoddart

A la hora de la verdad, Rafa no se come a nadie. No intimida tanto como cabría esperar de alguien que ha llegado al número uno en cualquier tipo de competición. Además de cauteloso, sin subidas a la red, parece incluso algo frustrado porque no le caen buenas cartas. Cuando se queja en voz alta de dicha circunstancia, recibe las burlas del resto de la mesa. Sus amigos están aún más relajados, sobre todo Juan Suasi, un representante de eventos y manager que tiene bromas hasta para el apuntador. Rafa, a cambio, no pierde nunca el autocontrol, virtud que cultiva igual en la hierba, en la arcilla y en los tapetes. Al final se la tiene que jugar y cae eliminado antes de lo previsto, pero al menos se libra del castigo anunciado para el primer eliminado: un baño vestido en la piscina. Quien pasa por la quilla de la «humillación» es su amigo Miguel Ángel Calviño, ingeniero. Rafa confirma que en otros tiempos el grupo hacía apuestas más agresivas. «Cuando no era muy conocido nos atrevíamos a más, como hacer flexiones en calzoncillos en medio de algún hotel o en la calle. Ahora ya no me atrevo».

Superar los prejuicios

Rodeado de sus colegas y de su familia, protegido por su entorno más cercano, Rafa Nadal explica cómo fue su evolución personal en relación con el juego y cómo pasó de rechazar la oferta comercial de PokerStars a superar sus prejuicios y convertirse en embajador de la compañía. «Es bastante simple. Soy una persona normal y, como la mayoría, entendía el póquer como un juego de casino en el que la gente se arruina. La imagen que yo tenía era negativa y entiendo que para mucha gente lo siga siendo. Por eso, cuando me propusieron este proyecto, la primera vez dije que no, entre otras cosas porque yo era muy joven y mi imagen del juego no era lo que yo quería proyectar sobre mí en aquel momento. Pero repito que era desde el desconocimiento. No temía lo que dirían de mí los demás, sino mi propia percepción. Era algo en lo que no me veía y en lo que no creía».

Rafa entonces no jugaba aún por internet, pero sí con sus amigos y con su familia. Ya prefería el Texas Holdem, modalidad que ha superado en popularidad al póquer «tapado» de toda la vida: «Ese me cuesta más porque no ves nada del juego y estás totalmente a ciegas. El Texas me divierte porque ves las posibilidades sin tener que arriesgar mucho». Nadal dejó pasar dos años antes de aceptar la propuesta. «Volvieron y, bueno, sinceramente fui yo quien dijo que sí, porque mi padre no estaba muy por la labor y Carlos (Costa) tampoco, pero yo ya entendía un poquito más lo que era el póquer y dije que sí, sin miedo a lo que pensaran de mí. Al final, la opinión sobre ti no depende de un anuncio, sino de lo que ven cada día en la pista de tenis y en tu vida normal, cuando eres tú. Entendía que podía asumir a nivel popular ese riesgo de lo que podrían pensar, porque era algo que a mí me apetecía conocer más y entender mejor. Tuve algunas reuniones con ellos y me convencí de que lo tenía que hacer».

El ambiente era excelente en la mesa. A la derecha, de pie, Carlos Costa y Sebastián Nadal. Foto: FMB

El hecho de que hubiera otros deportistas famosos patrocinados por la marca, como Boris Becker (entrevista con el extenista en este enlace) y Ronaldo (conversación con el brasileño en esta entrada del blog), fue determinante, admite Nadal. «Me convencí y me convencieron de que lo tenía que hacer y me apetecía. Casi tres años después estoy bastante feliz de haberlo hecho. Me siento muy contento de conocer el póquer mejor porque me doy cuenta de que al final pasan en la vida cosas que por desconocimiento vemos con prejuicios. Luego te das cuenta de que son justo al contrario».

Ludopatía

No hace falta citar el problema de la ludopatía para que el nueve veces campeón de Roland Garros hable sobre el asunto: «El póquer no es un deporte o un juego que lleve a arruinarse a la gente. Si no fuera ahí, se arruinarían en otra cosa, tirando el dinero a la basura de otra manera. El póquer te permite tener el control, saber hasta dónde quieres jugar. Puedes empezar un torneo conociendo el límite de lo que quieres perder. A mí me gusta competir en torneos –más que las partidas con dinero–, porque entran en juego la estrategia y el conocimiento de las probabilidades, que al principio ni imaginas que existen».

Rafa insiste en que no habla por ser la imagen de nadie, sino por su propia experiencia. «Animo a la gente, y juro que no lo digo porque tenga que hacerlo sino porque pienso así, a que conozca el juego para poder opinar. A día de hoy, yo soy un jugador de póquer habitual y lo digo abiertamente. Juego con mis amigos. Es una forma de pasar el rato y un juego social, porque hablas todo el tiempo. Me lo paso bien. Es verdad que hay gente que se va y se juega lo que no tiene, pero como en cualquier cosa. Tienen un problema, pero no podemos culpar a un juego como el póquer, que tiene otras muchas cosas positivas. Si no existiera, lo perderían en otra cosa. La gente que utiliza el póquer de una manera negativa es porque tiene un problema y no lo sabe controlar». «Yo tengo una filosofía en la vida», añade. «Fuera del deporte, uno tiene que jugar lo que está dispuesto a perder e irse a dormir sin que lo que haya perdido le quite ni una milésima de segundo de sueño».

Foto: Neil Stoddart

Puede que lo que menos le guste a Rafa del póquer sea la posibilidad de pasar muchas horas sentado, como le ocurrió en Praga cuando eliminó a uno de los mejores del mundo, el canadiense Daniel Negreanu, líder de ganancias en vivo. «Si te digo la verdad, pocas veces aguanto cuatro horas sentado», confiesa, «porque de entrada no tengo mucho tiempo. Suelo jugar torneos sit & go turbo o hiperturbo (nunca duran demasiados minutos) en los que puedes jugar desde cinco céntimos a cien euros. Participan seis jugadores y el ganador se lleva el premio, el segundo empata y los demás pierden la inscripción, pero cuando empiezas a jugar sabes qué es lo máximo que puedes perder, esos cinco o diez euros o céntimos que has pagado». Lo de Praga fue excepcional, enfrentado a verdaderos profesionales del juego. «Ahí me divertí y me motivaba el tema de aguantar, resistir, y que en un momento dado el cansancio de estar sentado en una silla no me llevara a cometer errores. Saber medir cuándo tienes que ir, cuándo no y tener la paciencia adecuada».

Nervios en la mesa

¿Puede llegar a sentir nervios un deportista que lo ha ganado todo? Juan Carlos Navarro asegura que ni sus medallas olímpicas le ayudaban a tener más tablas en un terreno desconocido. Nadal dice que en su debut le ponía más nervioso no equivocarse en la mecánica del juego, no meter la pata, que ganar o perder. «Yo tenía una forma de jugar que sabía que no me iba a buscar problemas por ser mi primer torneo. Iba a jugar las manos correctas y el resto no. Luego además tuve suerte unas cuantas veces y ligué». Pese a sus experiencias, todas positivas, todavía no se ve en Las Vegas, como Gerard Piqué, participando en las Series Mundiales. Al menos no todavía. «Ahora para mí es imposible. Mientras esté en mi carrera no lo veo, a día de hoy, pero cuando me retire, sinceramente, no veo por qué no. No me veo haciendo un tour mundial de póquer pero sí me veo jugando algunos torneos al año si se da la posibilidad. Me divierte y al final es poder combinar cosas. No te vas a Las Vegas o a Australia solo a jugar al póquer. Te vas con varios amigos y aprovechas para hacer turismo y otras actividades».

Dentro del circuito, el mallorquín cita a otros compañeros que también son aficionados, como Marc López y Feliciano, que a veces lo desespera por lo que tarda en tomar algunas decisiones, o Pepo, su entrenador, y Rafael, el fisioterapeuta. Su tío Toni lo hace algunas veces y está aprendiendo, pero prefiere el ajedrez. «Juego partidas rápidas, de cinco minutos, en Chess.com», confirma el tío del tenista, un gran amante de la estrategia. Con quien no coincide tanto Rafa es con los jugadores extranjeros. «Hacemos grupo entre nosotros. En Wimbledon, por ejemplo, nos quedamos en mi casa o en la de Feliciano y nos juntamos por la tarde el día que no tenemos partido. En Roland Garros sí que jugamos en el vestuario porque allí hay una mesita perfecta y se une el que quiere».

Navarro bromea tras su victoria: «¿Ahora no hay nadie grabando». Foto: FMB

Juan Carlos Navarro cuenta por su parte que el póquer es una importación relativamente reciente en las concentraciones de la selección española de baloncesto. Los más veteranos jugaban sobre todo a la pocha, pero Ricky Rubio y otros impulsaron el cambio y ahora van alternando. El maestro, sin embargo, es Víctor Sada, base del F.C. Barcelona, que incluso estudia libros y suele ser el responsable de llevar el material.

Hacia el final de la jornada, después de ser eliminado, Rafa Nadal encuentra un hueco para escurrir el bulto y hablar a solas con su padre, hasta que uno de sus amigos interrumpe esos minutos familiares con una frase a voces que viene acompañada por un coro de risas: «¡Vuelve Rafa, que antes por lo menos te tocaban a ti las malas!». A lo largo del día se han dejado ver sus padres, su hermana, su tío… pero estos chavales también son imprescindibles. Ellos lo disfrutan y a la vez respetan su espacio cuando lo necesita. Para él son una especie de ancla. Con la familia no basta para sentirse una persona normal.

 

Foto: FMB

Rafa Nadal es un asiduo en este blog. Estas son algunas de las entradas más interesantes que ha protagonizado:

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