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Magnus Carlsen, el chico que conocía todas las banderas

Magnus Carlsen, el chico que conocía todas las banderas
Magnus Carlsen asombra desde niño. En la imagen de arriba, después de ser arrojado a la piscina del hotel Hyatt de Chennai, nada más proclamarse campeón del mundo
Federico Marín Bellón el

Es la anécdota más conocida de Magnus Carlsen, que circula desde hace una década, cuando irrumpió como el gran maestro de ajedrez más joven de la historia, a los trece años y cuatro meses. El pequeño prodigio noruego, que tiene una memoria fotográfica, conocía desde los cinco todas las banderas de todos los países del mundo, además de sus capitales, extensión y población. Cada noche obligaba a sus hermanas a examinarlo para comprobar que no había olvidado ningún dato. Por aquel entonces ya sabía jugar al ajedrez, pero no demostraría verdadero interés hasta pasado algún tiempo. Ahora acaba de proclamarse campeón mundial, a los 22, la misma edad que tenía Kasparov cuando derrocó a Karpov.

(Este perfil de Magnus Carlsen ha salido publicado hoy en ABC, en papel, en la sección de deportes)

Pronto quedó claro que Carlsen estaba llamado a grandes empresas en el juego de las 64 casillas, pero la fe que depositó en él toda la familia parece de cuento de hadas. Sus padres vendieron uno de los dos coches y alquilaron su casa durante un año para costear los gastos que suponía tener al muchacho jugando al ajedrez por el mundo. Él se fogueó en los mejores torneos, hasta que llegaron los patrocinadores –el primero fue Microsoft– y todo fue más fácil, pero aquella apuesta incierta, que ya habían ganado hace tiempo, ha demostrado ser la mejor inversión de sus vidas.

Magnus Carlsen asombra desde niño. En la imagen de arriba, después de ser arrojado a la piscina del hotel, en la celebración del campeonato del mundo

Magnus Carlsen (Noruega, 30-11-1990) es el primer rey del ajedrez criado en la era de los ordenadores. No es casual que su forma de juego parezca la de una máquina. Como ellas, puede concentrar todas sus energías en una sola actividad. «El mejor rasgo de mi carácter -dijo una vez- es mi capacidad para concentrarme en los pocos asuntos que despiertan mi interés». Sus hermanas confirman que la memoria le flaquea cuando se trata de otros asuntos. Sobre el tablero, Magnus no conoce rival. Después de derrocar a Viswanathan Anand, cinco veces campeón del mundo, comentó en la rueda de prensa cuál había sido su principal estrategia: «Yo siempre sigo presionando y, eventualmente, llegan los errores de mis rivales. Me gusta sentirme responsable de esos fallos. Obviamente los cometen ellos y son inusuales en grandes jugadores, pero siento que yo tengo mucho que ver. Es lo que he hecho en este Mundial, apretar en el tablero y procurar hacerlo durante mucho tiempo».

Su estilo de juego, como comentaba la excampeona del mundo Susan Polgar, es universal. No flaquea en una sola faceta y es capaz de jugar cualquier tipo de posiciones. No sólo eso, algunos de sus antecesores sabían cómo explotar la ventaja más microscópica. Él ni siquiera necesita tener ventaja. En la situación más anodina es capaz de mantener la lucha viva, hasta que llega el inevitable error de los humanos que se sientan al otro lado del tablero.

El ajedrecista sexy

Con la actriz Liv Tyler, con la que participó en su debut como modelo de ropa

Lo llamativo de este híbrido entre máquina y hombre es que tiene otro lado que parece contradictorio con lo ya apuntado: su carisma. Desde Bobby Fischer, no había aparecido un gran maestro tan atractivo para los medios. Y para las chicas, como demostró un grupo de fans que posaron semidesnudas para demostrarle su apoyo antes del Mundial. Carlsen, una especie de Matt Damon endurecido sobre el ring de boxeo, tiene indudables atractivos para las mujeres. Es el primer ajedrecista que se ha convertido en modelo de ropa y sus partidas han sido seguidas en televisión por millones de personas en su país, no todas grandes conocedoras del juego. La versión británica de la revista «GQ» comentaba con asombro que su reportaje sobre el gran maestro había tenido mucho más éxito que sus cien fotos sobre el desfile de lencería de Victoria’s Secret.

El nuevo campeón del mundo, seguidor confeso del Real Madrid, no se considera un genio. Parece más bien como si estuviera llamado a ocupar ese lugar, como un príncipe educado desde pequeño para reinar. Para ser aún más grande quizá sólo falte que aparezca un rival de su talla, al igual que a Federer le salió Nadal y a este, Djokovic. O llega pronto un sucesor o habrá que poner a Carsen a jugar contra sus iguales, los ordenadores.

Ajedrez

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