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La noche que Anand no pudo dormir

Federico Marín Bellón el

Vishy Anand es un tipo encantador, además del mayor talento que ha dado el ajedrez en el último medio siglo, por lo menos. Solo su supuesta falta de carácter le impedía ganar el Mundial, pontificaban sus críticos. Hasta que lo ganó, como la España de los jugones, sin decir una palabra más alta que otra. En su duelo contra Gelfand, resuelto en las partidas de desempate, el indio llegó a ir por detrás en el marcador. Esa noche no durmió, atormentado por la idea de que había tirado el título, pero si hoy está orgulloso de algo es de su reacción posterior.

Anand lo pasó muy mal tras perder la séptima partida. Fotos: Efe

Con absoluta honestidad, el Anand ya campeón (es el único jugador que ha ganado el Mundial de ajedrez clásico, de rápidas y de partidas relámpago), confesaba que tras la última partida se sintió «aliviado», porque entendía que «con total justicia podría haber ganado cualquiera de los dos». Kramnik corroboraba sus palabras: «El duelo estuvo igualado, pero alguno tenía que tener más suerte». Illescas le daba una interesante vuelta al argumento: «El mejor Gelfand no pudo con el peor Anand». El propio derrotado admitía que no supo superar sus problemas de tiempo en las partidas rápidas. Sencillamente, el procesador de Anand trabaja a más megaherzios.

El campeón también aseguró que no jugó a llegar a las partidas de desempate, en las que su carácter de favorito se acentuaba. «El problema en un match tan apretado es que cualquier error tenía mucho más valor», explicó, «que en un encuentro con errores de ida y vuelta en cada partida. Para mí fue un golpe muy fuerte perder la séptima partida y me considero muy afortunado por haber podido ganar al día siguiente. Ese fue el momento crítico, porque no estaba teniendo muchas oportunidades y era justo la situación en la que no quieres ir por detrás en el marcador».

Gelfand, absolutamente concentrado

Nos quedan las partidas, doce clásicas y cuatro, las más vistosas, a paso ligero. En su monotonía (con excepción de las dos victorias, tan distintas), esconden ideas profundas e interesantes novedades teóricas, sobre todo con las piezas negras. Parece que ambos equipos (algún día se desvelarán las alineaciones) hubieran trabajado más en la defensa que en el ataque.

Dice Susan Polgar en su blog que el mayor error de Gelfand pudo ser no tener un ayudante más en su equipo, «alguien que ya hubiera ganado el campeonato», ya que los desempates «tuvieron mucho que ver con los nervios y la fortaleza mental». El aspirante, dice la mayor de las Polgar, «necesitaba a alguien que hubiera pisado esas trincheras y conociera cómo manejar sus desiguales emociones».

Al final se impusieron la experiencia y la velocidad del más joven (por un año), que podría repetir las palabras de Mieses cuando a los 84 años derrotó a Dirk van Foreest, de 86: «Ha triunfado la juventud».

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