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Carlsen llega más confiado a la última partida del Mundial

Carlsen llega más confiado a la última partida del Mundial
Sergey Karjakin, en el Mundial contra Carlsen. Foto: Bryan R. Smith, AFP
Federico Marín Bellón el

Dos no se pelean si uno no quiere, reza el dicho, pero con Magnus Carlsen enfrente no es tan fácil imponer una actitud pacífica. Sergey Karjakin salió dispuesto a todo para dar el abrazo del oso y empatar la undécima partida del Mundial de Ajedrez, que se juega en Nueva York. No le importaba dar a su rival la oportunidad de resolver con blancas en la número doce. El noruego, en cambio, buscó el cuerpo a cuerpo, sabedor de que el aspirante podía estar tocado. Tras las tablas, al ruso le falta sobrevivir en el último asalto (el lunes) para llegar vivo a las partidas de desempate. Se jugarían el miércoles, justo el día que Magnus cumple 26 años, a un ritmo más rápido y por tanto azaroso. Si estos duelos de pistolero también acabaran igualados, el campeonato se resolvería ese mismo día en el llamado Armagedón. El Apocalipsis.

¿En qué consiste el Armagedón? En jugárselo todo en una última partida, en la que las blancas tienen cinco minutos, por cuatro de las negras. A cambio de esta doble desventaja (el color y el tiempo), al negro le bastan las tablas para ganar. Es un formato discutible, pero no está claro a quién favorece, por lo que no parece tan injusto. De momento, se ha dado en pocas ocasiones y no hay experiencia suficiente para determinar si es bueno o si sería preferible seguir «tirando penaltis» hasta que uno de los dos se impusiera.

Formato de desempate

Para llegar a ello, sin embargo, antes tendrían que jugarse cuatro partidas rápidas, a 25 minutos por jugador, más 10 segundos de incremento por jugada. De persistir la igualdad, se acelera el ritmo a cinco minutos más tres segundos. Si aún no hay un campeón, llegarían otras dos partidas a idéntico ritmo. Y si después de estas ocho oportunidades todo sigue igual, se resolvería con el citado Armagedón.

Entrevistas y rueda de prensa

Después de la partida, Sergey Karjakin aseguró a bocajarro que está dispuesto a luchar y «ver qué pasa». Parecía satisfecho con su actuación de hoy, bastante timorata, por no llamarla de otra manera menos diplomática. Carlsen confesó que sus intentos no fueron suficientes para conseguir ventaja. Él no cree, como Judit Polgar, que en estos momentos la psicología pese aún más que el juego, aunque en la rueda de prensa deslizó algún comentario que parecía contradecir sus palabras. «El duelo camina en una dirección mucho mejor para mí. Hoy he estado más tranquilo que en las partidas anteriores», afirmó, antes de declararse «optimista» ante lo que queda. Su oponente simplemente insistió en que daría lo mejor de sí. «Es mejor no pensar demasiado en la situación», añadió, en una declaración estratégica que hasta ahora no le da dado malos resultados.

Fotos: Bryan R. Smith / AFP

Pero vayamos a la partida. Después de que los caballos se le encabritaran hace un par de días, cuando rehusaron unas tablas fáciles hacia la jugada número 20, Karjakin pareció castigarlos. Los mandó a casa en los primeros compases; en la jugada 13 ya no quedaba ninguno de los cuatro sobre el tablero. Una después, en la 14, también desaparecieron los alfiles que se deslizan sobre las casillas blancas. La liquidación no fue definitiva, gracias a Caissa, y la posición aún escondía posibles sorpresas, aunque es cierto que esta forma de jugar la apertura española tampoco es la que más vocaciones despierta. La falta de variedad en los planteamientos es quizá uno de los defectos de este Mundial.

El duelo teórico alrededor de la apertura puesta de moda por el clérigo español Ruy López de Segura hace siglos era sutil, casi invisible a los ojos. Por eso algunos se cerraron. Con un conductor de las piezas blancas más valiente, la partida habría sido mucho más animada. Sergey tenía en su mano atacar la fortaleza del rey negro, mientras que el campeón del mundo podía encontrar contrajuego en el flanco de dama.

A medida que pasaban las jugadas, los comentaristas de todo el mundo iban mostrando su decepción, aunque algunos buscaban rayitos de esperanza. «Que la posición sea tablífera no significa que vaya a terminar en tablas», aseguraba la menor de las  Polgar.

El público vivió con emoción la partida, pese a todo. Había mucho en juego

Lo único interesante volvía a ser la lectura psicológica. ¿Le estaba diciendo Karjakin a Carlsen: «No me das miedo con blancas y menos aún en las partidas rápidas?». El noruego, en cambio, parecía querer demostrar su superioridad. «Aquí te espero. Da un paso en falso y estás muerto».

En esta tesitura, el campeón hizo varias jugadas de mérito, primero con sus soldaditos (el aspirante confesó que le sorprendieron algunos de estos movimientos) y luego con su dama. Si el ruso dudaba un poco, podía sobrevenir la catástrofe. Pero mantuvo la sangre fría habitual y no se produjo la sorpresa. La partida, con más emoción de la que hubiera querido Karjakin, terminó en tablas después de 34 movimientos.

Así fue la partida número 11:

Ajedrez

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