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Los Flemish Foodies, tres “locávoros” de Gante

Los Flemish Foodies, tres “locávoros” de Gante
Olly Ceulenaere, chef del restaurante Volta de Gante. Foto: Pilar Arcos.
F. Pastrano el
Pie de foto: Olly Ceulenaere, chef del restaurante Volta de Gante.  Foto: Pilar Arcos.

Uno de los grandes atractivos de Gante, Bélgica, es su gastronomía. Se dice en la ciudad natal de Carlos V, que la cocina belga combina el refinamiento de la francesa con la abundancia de la alemana. Es un tópico, y como casi todos los tópicos es verdad. Y en Gante más. Las últimas novedades: el “Veggy-Day”, o día vegetariano, y la locura de los tres “locávoros” que se hacen llamar los Flemish Foodies.

Es rizar el rizo, estrujarse las meninges para hacer algo nuevo, diferente. El día vegetariano, el jueves, empezó en 2009 en los comedores escolares de Gante donde solo se ofrecen platos sin carne y con mucha verdura, para equilibrar la dieta de los chicos, alta en grasas y proteínas.

Desde entonces muchos restaurantes se han unido a la propuesta y hoy son una quincena en una población de 240.000 habitantes. Esa misma proporción supondría que en Madrid hubiera más de 200 restaurantes vegetarianos.

En la Oficina de Turismo de Gante se reparten mapas de “La ruta vegetariana”. Siguiéndola he llegado a la Brasserie Pakhuis, un clásico inaugurado hace veinte años en un viejo almacén y donde paradójicamente comí en otra ocasión uno de los mejores steak tartare que recuerdo. Ahora lo he cambiado por un toufú de soja que no está nada mal, pero ¡qué quereis que os diga!, yo soy carnívoro y no lo puedo evitar. El cerebro me dice que debería de ser vegetariano, incluso vegano (tienen mis simpatías), pero el paladar y el estómago no pueden olvidar el jamón de pata negra, el novillo argentino, las cocochas al pil pil…

Sala del restaurante Volta en una antigua planta eléctrica de Gante. Foto: Pilar Arcos.

 

En otra de mis excursiones gastronómicas gantesas, olvidada ya la experiencia vegetariana, he recalado en el Volta, el restaurante al que todas las quinielas le sitúan en un lugar destacado para recibir su primera estrella Michelin. Debe su nombre a la ubicación, una antigua planta eléctrica en el parque Groene Vallei. Sala sencilla, funcional, mesas sin manteles, pero con una gastronomía de auténtico lujo a precios asequibles (menú de 24 €).

Antes de comer, en el bar del primer piso, nos tomamos una ginebra Citadelle bien helada. Bajamos a la cocina y nos recibe su chef, Olly Ceulenaere, mientras limpia junto a una de sus ayudantes unas coles de Bruselas.

Olly es uno de los autodenominados Flemish Foodies (Gastrónomos Flamencos), los otros son Jason Blanckaert, del restaurante J.E.F., y Kobe Desramaults, de De Vitrine. Tres “locos”, como alguien les ha llamado y a ellos no les desagrada, que se conocen desde pequeños, cuando iban al mismo colegio, y a los que les gusta la juerga, la música rock, y la cocina sencillamente refinada dentro del movimiento de los “locávoros”, es decir, los que prefieren comer alimentos locales, producidos a no más de 150 km. del lugar de residencia. Tienen suerte de vivir en Gante, rodeados por una campiña magnífica y con el Mar del Norte al lado. Me imagino que un atacameño, por ejemplo, lo tendrá más difícil si quiere hacerse “locávoro”.

El resultado en el Volta es una cocina natural, divertida, fresca, sabrosa… y muy recomendable. ¡Casi nada para los tiempos que corren!

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