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Construyen una estatua de oro sobre la momia de un monje budista

Construyen una estatua de oro sobre la momia de un monje budista
F. Pastrano el

Vuelvo a China y antes de llegar a mi segunda patria me vuelve a sorprender este país asombroso que, paradójicamente, se conoce menos cuanto más se visita. En el mismo avión, leo en el China Daily que sobre el cadáver momificado de un monje budista han construido una estatua de oro.

El prior Zhen Yu coloca un manto a la estatua-reliquia del monje Fu Hou.

Uno de los pilares del pensamiento de Buda es la impermanencia, es decir, una especie de medio-machadiano todo pasa y nada queda. Y para tratar de hacer perenne lo perecedero, a los grandes lamas, a los monjes más destacados los embalsaman y cubren de oro.
Pero solo los más prominentes y “santos” aguantan la momificación. Este es el caso del venerable Fu Hou, un hombre sabio y devoto que murió en 2012 a los 94 años de edad.

Fu Hou poco antes de morir.

Fu nació en 1919 en Jinjiang, sureste de China, provincia de Fujian, la misma de la que proceden la mayoría de los inmigrantes chinos que vienen a España, y desde los 17 años practicó el budismo, que más que una religión, es una filosofía, un modo de vida que llegó a China hace más de 2.000 años, a comienzos del siglo I, procedente del subcontinente indio.

Momento en el que descubren la vasija con la momia.

La mayor parte de su vida la pasó en el templo de Chongfu, donde murió y donde descansa “para siempre”, según el abad Li Ren.

Al poco de morir, siguiendo la tradición budista que marca que hay que esperar 49 días para que se produzca la reencarnación, su cuerpo fue lavado cuidadosamente, tratado por expertos en momificación y depositado sentado en la posición del loto en una vasija de barro cerrada herméticamente.

Varios monjes fotografían la momia de Fu Hou.

Tres años después, según unas normas muy estrictas, se llevó a cabo la ceremonia de abrir la sepultura y comprobaron que Fu había sido un hombre realmente virtuoso, pues su cuerpo apenas estaba deteriorado, solo se había secado.

Momento en el que desprenden las ropas de la momia.

Durante tres meses lo limpiaron con alcohol, y recubrieron con una capa de gasa, otra de laca y una tercera de pan de oro. El sorprendente resultado final ha dado al monje la apariencia de una estatua dorada que nada hace suponer a simple vista que esconda sus restos mortales.

Varios monjes se fotografían junto a la momia de Fu Hou.

La reliquia será expuesta en el salón principal del templo dentro de una urna de cristal y protegida por un dispositivo antirrobo, según la prensa local.

Expertos embalsamadores limpian la momia de Fu Hou.

El Renmin Ribao (Diario del Pueblo, órgano oficial del Partido Comunista Chino) ha publicado que Fu Hou estaba considerado como un monje excepcional por sus discípulos, un hombre sabio, amable y de carácter tranquilo.

Implantación de panes de oro.

Sabiendo que se acercaba su hora, poco antes de morir Fu decidió que su cuerpo fuera preservado, si sus superiores lo consideraban conveniente, para promover la fe entre los monjes más jóvenes.

Peregrinos hacen cola en el monasterio de Chongfu en provincia china de Fujian.

 

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