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Viaje a la América verde de Obama: Los políticos

José Manuel Nieves el

La América de Obama está en guerra. Una guerra totalmente nueva y que se libra contra un enemigo que hasta ahora la nación más poderosa del mundo no había querido tomarse del todo en serio. La América de Obama está, por fin, en guerra contra el cambio climático y el calentamiento global. Una guerra abierta, total, cuyas batallas se libran tanto dentro como fuera de las fronteras de los Estados Unidos. ABC, junto a otros medios de comunicación europeos, ha sido invitado por el gobierno norteamericano para ser testigo de excepción en los varios campos de batalla: el político, el económico, el científico, el industrial, el social… Desde hoy y hasta el próximo día 15, este blog no mostrará sus contenidos habituales y se convertirá en un diario que refleje, día a día, las esperanzas, las frustraciones, los miedos y las iniciativas de una nación que ha pasado, que está pasando, de considerar el calentamiento como poco más que una artimaña ecologista radical a colocarlo en el número uno de la lista de los enemigos de la seguridad nacional.

El primer día transcurre en Washington DC, la capital política y administrativa de EE.UU, la ciudad donde se concentran todos los principales poderes de la nación, desde la Casa Blanca al Capitolio, el Tribunal Supremo, el Pentágono o la Reserva Nacional. Hoy, como no podía ser de otra forma, toca el capítulo político, ése que desde hace apenas ocho meses está haciendo que Estados Unidos pase de ser el vagón de cola a la locomotora que impulse el cambio de la política medioambiental en todo el planeta.

Aquí, la guerra se libra contra el reloj, que corre imparable hacia la cumbre que se celebrará en Copenague en diciembre, y de la que tiene que surgir el acuerdo que sustituya al actual protocolo de Kyoto. Resulta irónico que sea precisamente éste, uno de los países que más ha boicoteado Kyoto, el que quiera ahora ponerse a tirar del carro en la capital danesa.

Las cosas, sin embargo, no son tan fáciles. Y la primera y gran batalla a la que se enfrenta el Gobierno de Obama es la de conseguir que se apruebe, antes de diciembre, una Ley sobre el Cambio Climático cuya primera versión ya consiguió a principios de año luz verde en la Cámara de Representantes pero que debe pasar aún el escollo del Senado. Acudir a la Cumbre sin haber aprobado antes esa Ley podría hacer que se repitiera el triste espectáculo que dio el último presidente demócrata, Bill Clinton, quien tras asegurar que EE.UU acataría los acuerdos Kyoto, se encontró con que en su propia casa le daban la espalda.

Por eso, Obama ha comenzado una ofensiva en todos los frentes posibles. Dos senadores de su partido, John Kerry y Barbara Boxer, presentaron la semana pasada una nueva versión de la Ley con la que pretenden alcanzar el objetivo de recortar las emisiones en un 20% para 2020, y un 83% para 2050 sobre los niveles de 2005.

Un objetivo para el que que se ha ideado un sistema, llamado “cap and trade” (“tope y comercio”) en el que el Gobierno establecería un límite total de emisiones (“cap”), dejando a las compañías la libertad de comerciar (“trade”) entre ellas para conseguir el objetivo final. Así, las industrias que contaminen menos, podrían vender sus excedentes (ganando así dinero) a las compañías que emitan más contaminantes (que pagarían por seguir haciéndolo). En la práctica, los que menos contaminen serían recompensados y los que más, multados. A medida que pase el tiempo, el tope se iría reduciendo hasta alcanzar los objetivos.

Sin embargo, para los senadores republicanos, la medida no haría más que incrementar los costes de las empresas, hundiendo así la economía, mientras que los demócratas sostienen que se crearán millones de nuevos empleos en el sector de las energías renovables, además de ayudar a evitar una crisis climática global.

Así lo explicaba hoy mismo a los periodistas europeos Andrew Light, especialista en clima, energía y política científica de la asociación American Progress. “Estados Unidos -aseguraba Light- está en condiciones de liderar un cambio en todo el mundo. Ahora ya nadie tiene la menor duda de que nos tomamos las cosas en serio”.

Entrevista con Todd Stern

Pero el plato fuerte de la jornada es una entrevista con el mismísimo Todd Stern, Enviado Especial para el Cambio Climático, eje central de la política medioambiantal norteamericana y el máximo negociador del Gobierno de Obama en cuantos acuerdos bilaterales o multiraterales tengan algo que ver con el cambio climático. En diciembre, Stern será la voz de los Estados Unidos en la cumbre de Copenhague.

La entrevista se celebra en la sede del Departamento de Estado, el famoso, enorme, gris y nada agraciado Edificio Truman, en el corazón mismo de Washington. “Aunque no lo parezca -asegura un sonriente Stern- éste es ya un edificio verde. Un equipo especial está revisando ya todos nuestros procedimientos”.

En efecto, esta misma mañana una órden presidencial instaba a todos los departamentos y agencias federales a “predicar con el ejemplo” y a recortar sus emisiones según los objetivos previstos para 2020.  “Como el mayor consumidor de energía de los Estados Unidos -dijo el presidente Obama en un comunicado- el Gobierno federal puede y debe liderar con el ejemplo”.

Según las nuevas normas, en 2020 todos los departamentos federales deberán haber recorrtado en un 30% su consumo de combustible y mejorado en un 26% su uso de agua. Y para 2015 todas las agencias del gobierno deberán ser capaces de reciclar por lo menos el 50% de sus residuos. La orden se acompaña de toda una serie de medidas de incremento de la eficacia energética, recorte en el consumo de gasolina de las flotas de vehículos oficiales, ahorro de agua y reducción de residuos y basuras.

Durante la conversación, Stern reconoce que “es un gran problema convencer a la gente de la necesidad de realizar el cambio, pero todos se han dado cuenta ya de que ha habido un gran movimiento en la postura norteamericana frente al cambio climático”. Un “movimiento” que afecta a todos los estamentos, “desde los políticos a las empresas, a los ciudadanos, incluso a la seguridad nacional”.

El Enviado Especial para el Cambio Climático, que fue nombrado en enero por la secretaria de Estado, Hillary Clinton, admite también que la actual situación económica constituye un problema, “aunque no solo para Estados Unidos. También Europa tiene las mismas dificultades. Sin embargo, es necesario seguir. Hay que poner la realidad frente a la cara de la gente”.

Para Stern, la cumbre de Copenhague no es la panacea, “sino solo el principio del proceso. El trabajo duro, el de reducir las emisiones, transformar las empresas, sustituir las fuentes de energía, está aún por venir. El acuerdo es importante, pero sólo es el principio”.

“La Administración Obama – asegura Stern- está empeñada en llevar el mensaje tanto dentro como fuera de EE.UU. Y toda su política está enfocada a estimular cualquier acción o iniciativa que vaya en esa dirección. Las regulaciones, los presupuestos… Los objetivos son muy claros: hay que reducir las emisiones, en todos los países, y con la máxima urgencia”.

Sobre la mejor forma de hacerlo, Stern afirma que con constancia, “año por año y paso a paso”. Y aunque reconoce que Estados Unidos no podrá hacer mucho hasta que el Senado responda y apruebe la Ley de Cambio Climático, también cree que “al final, se acabará aprobando la Ley”.

Para las economías emergentes, como China e India, el mensaje de Stern es claro: “Tienen que pensar muy bien lo que van a hacer, cuáles serán sus acciones. No basta con firmar un acuerdo. Aunque el hecho de que estos países empiecen a reconocer el problema es una señal de que avanzan en la dirección correcta”.

“Los países más pobres, por su parte, necesitarán mucho apoyo económico y tecnológico para conseguirlo, pero también deben tomar sus propias acciones en un medio plazo. La clave está en la transparencia y en que todos avancemos en la misma dirección. Esa es la clave del progreso, y todo se basas en que es necesario darse cuenta que que hay que reducir las emisiones como sea. Si hacemos eso, ganaremos”.

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