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Resuelto el misterio del origen del orgasmo femenino

Resuelto el misterio del origen del orgasmo femenino
José Manuel Nieves el

El orgasmo femenino es algo exclusivo de nuestra especie y no parece jugar ningún papel importante en la reproducción humana. Por eso, desde los tiempos de Aristóteles los científicos se han venido preguntando por el motivo de su existencia. Numerosas teorías han sido formuladas a lo largo de la historia, muchas de ellas teñidas o contaminadas por la moral imperante y la religión de cada época. Pero su origen y utilidad original ha sido siempre un misterio.

Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista JEZ-Molecular and Developmental Evolution revela que se trata de una “idea evolutiva de última hora”, un remanente de nuestro pasado lejano, cuando el orgasmo de las mujeres sí que tenía un propósico concreto en el proceso reproductivo humano, ya que contribuía a estimular su ovulación.

Para llegar a esta conclusión, un equipo de investigadores de la Universidad de Yale y el Hospital Infantil de Cincinnati han examinado con detalle la evolución de ese rasgo en un buen número de especies diferentes. “Estudios anteriores tendían a centrarse en las evidencias de la biología humana y en la modificación de un rasgo en lugar de en su origen evolutivo”, explica Gunter Wagner, del Instituto de Biología de Yale.

En lugar de eso, Wagner y Mihaela Pavliče, del Hospital Infantil de Cincinnati, proponen que el rasgo evolutivo que terminó por convertirse, en los humanos, en el orgasmo femenino, tuvo una función ancestral, ya inexistente, a la hora de favorecer la ovulación.

Dado que no existe una relación directa entre el orgasmo de las mujeres y su número de hijos o en la mejora de las tasas de reproducción humana, los investigadores decidieron centrarse en un aspecto fisiológico concreto que acompaña al orgasmo femenino, la descarga neuroendocrina de prolactina y oxitocina. Y estudiaron el papel que esta “descarga hormonal” juega en otras especies de mamíferos placentarios. Para su sorpresa, los científicos hallaron que en muchos de ellos estas sustancias desempeñan un papel muy concreto en la ovulación.

A pesar de que existe una enorme diversidad en la biología reproductiva de los mamíferos, algunas de sus características pueden rastrearse a lo largo de toda su evolución. El ciclo ovárico de los humanos, por ejemplo, no depende de modo alguno de la actividad sexual. Todo lo contrario de lo que sucede en otras especies de mamíferos, en las que la ovulación es inducida por loa machos.

El análisis de los investigadores muestra que la ovulación inducida por la actividad sexual de los machos evolucionó primero, y que la ovulación espontánea o cíclica que vemos en la actualidad es un rasgo derivado que se desarrolló mucho más tarde. Por eso, los científicos sugieren que el orgasmo femenino pudo haber evolucionado como una adaptación de una función reproductiva concreta anterior, esto es, un reflejo que, entre nuestros ancestros, inducía la ovulación. Con el paso de las generaciones y el tiempo, ese reflejo se volvió superfluo para la reproducción y desplazó el orgasmo femenino a papeles secundarios.

El estudio comparativo de órganos genitales femeninos reveló también que, coincidiendo con la evolución hacia una ovulación espontánea, el clítoris se “trasladó” desde su posición ancestral, en el interior del canal copulatorio, a la que ocupa en la actualidad. Este cambio anatómico redujo, de hecho, la probabilidad de que el clítoris reciba la estimulación adecuada durante el coito para provocar el reflejo neuroendocrino conocido entre los humanos como orgasmo.

“A menudo resulta muy diícil identíficar rasgos homólogos en diferentes especies, ya que cambian de forma sustancial en el curso de la evolución -afirma Pavliče-. Creemos que la oleada hormonal caracteriza un rasgo que conocemos como orgasmo femenino en los seres humanos. Y esta visión nos ha permitido seguir la evolución de los rasgos comunes a través de las especies”.

Se sabe que tales cambios evolutivos producen nuevas funciones, como se ha establecido en el caso de las plumas, el pelo, las vejigas natatorias, etc., que se originaron para un propósito y pasaron a tener más tarde otras funciones secundarias.

El misterio de los orígenes del orgasmo femenino parece, pues, resuelto. Ahora solo queda por saber durante cuánto tiempo más se mantendrá esa característica, inutil ya desde el punto de vista evolutivo, entre las hembras de nuestra especie.

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