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Muere Stephen Hawking, el genio que nos mostró el Universo

Muere Stephen Hawking, el genio que nos mostró el Universo
José Manuel Nieves el

El famoso físico británico ha fallecido este miércoles en su domicilio de Cambridge, según ha confirmado un portavoz de su familia.

Ha muerto Stephen Hawking. A los 76 años y en la tranquildad de su residencia en Cambridge. El físico más conocido y reconocido del mundo se fue sin avisar y en plena actividad profesional. Activo hasta el final, el heredero intelectual de Einstein no ha dejado, hasta hace apenas unos días, de participar en charlas, coloquios, entrevistas, seminarios y debates sobre todo tipo de cuestiones, desde el origen del Universo a los agujeros negros, las singularidades, la inteligencia artificial o la conveniencia, o no, de revelar nuestra presencia a hipotéticas civilizaciones extraterrestres.

Físico genial y superviviente. Diagnosticado de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) a los 22 años, Hawking ha desarrollado toda su carrera científica bajo la sombra de esa terrible enfermedad. 54 largos años de supervivencia (otro récord más en su palmarés), durante los que poco a poco fue perdiendo la movilidad y las funciones musculares de un cuerpo cad vez más debil: primero fueron las piernas, después la voz, el uso de las manos, las funciones respiratorias, la posibilidad de alimentarse por sí mismo…

Hawking, sin embargo, nunca se rindió. Y combatió con tecnología a todas y cada una de sus carencias físicas a medida que se iban presentando. Una silla de ruedas especialmente diseñada para él, un sintetizador de voz incorporado a un ordenador que podía manejar con la presión de un solo dedo, una traqueotomía a modo de “atajo” para que el aire pudiera llegar directamente a sus pulmones y los alimentos a su estómago… La pelea ha sido tremenda, pero ni siquiera eso consiguió borrar de su rostro esa media sonrisa burlona que le caracterizaba.

Hawking no solo logró sobreponerse a la enfermedad, sino que la venció en todos los frentes. Su cerebro jamás dejó de trabajar, ni su agudo ingenio dejó tampoco de manifestarse cada vez que le era posible. A todo le sacaba punta, siempre tenía un comentario irónico en la punta de sus dedos, listo para dispararse en medio de cualquier entrevista o conferencia. Se reía de sí mismo como el que más, y abordaba con el más puro humor británico incluso las cuestiones científicas más profundas. “La mejor prueba de que no son posibles los viajes en el tiempo -dijo en cierta ocasión- es que no estamos invadidos por legiones de turistas del futuro”.

El Big Bang

Tras él queda un trabajo científico gigantesco. Gracias a sus estudios la imagen misma que tenemos del Universo cambió para siempre. Buceó como nadie en los lejanísimos primeros instantes tras el Big Bang, hasta la mismísima singularidad original, ese punto de densidad y temperatura infinitas en el que las leyes de la física conocida dejan de funcionar y del que surgió la realidad que conocemos. Se preguntó, como hacemos todos, que podía haber “antes” del propio Big Bang, y formuló una teoría concreta al respecto

Demostró que los agujeros negros no eran una simple fabulación científica, sino objetos muy reales. Los estudió hasta descubrir, gracias a su mente privilegiada, cómo funcionaban y lo que había en su interior. Incluso descubrió que “no eran tan negros” como se suponía, sino que eran capaces de emitir un tipo de radiación que ahora lleva su nombre.

No creyó nunca en un Dios, que las leyes de la Física hacen, según él, “innecesario” y pensó en la posibilidad de que existan otras inteligencias en el Universo, y llegó a la conclusión, aplicando la lógica, de que lo mejor que podemos hacer es permanecer en silencio y no llamar la atención de alguna civilización superior a la nuestra que termine por destruirnos.

Fue un firme defensor de la idea de que la humanidad debe expandirse fuera de la Tierra si quiere sobrevivir. Y apoyó iniciativas, como el proyecto Starshot, destinadas a desarrollar tecnologías que nos permitan viajar a otras estrellas. Alertó de los peligros de la Inteligencia Artificial, cuyo desarrollo imprudente podría llevarnos a la catástrofe, y siempre, siempre, recurrió y se refirió a la Ciencia como a la llave que nos permitirá ir superando, como especie, las dificultades que se vayan presentando en nuestra evolución.

“Era un gran científico y un hombre extraordinario cuyo trabajo y legado sobrevivirá por muchos años -afirmaban esta madrugada sus hijos Lucy, Robert y Tim, en un comunicado-. Su coraje y persistencia, con su brillo y humor, inspiraron a personas por todo el mundo. En una ocasión dijo: ‘El universo no sería gran cosa si no fuera hogar de la gente a la que amas’. Le echaremos de menos para siempre”.

Stephen Hawking, descanse en paz.

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