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Mercurio, Marte y Venus, ¿Impacto contra la Tierra?

José Manuel Nieves el

Nuestro sistema solar es un lugar complejo y aparentemente tranquilo, aunque sus orígenes y su naturaleza no lo sean en absoluto. Durante sus cinco mil millones de años de existencia, la acción continuada de poderosas fuerzas e interacciones gravitatorias entre los distintos mundos que lo componen, además de un buen puñado de eventos catastróficos, han ido modelando un sistema estable y cuyos movimientos, incluso muy a largo plazo, resultan relativamente fáciles de predecir por parte de los astrónomos.

Hoy, es posible calcular órbitas y posiciones planetarias con una extraordinaria precisión, incluso con varios millones de años de adelanto. Conocemos también los efectos que han tenido en todos los miembros del sistema acontecimientos pasados de extraordinaria violencia, como la colisión, hace más de 3.500 millones de años, de la Tierra con un cuerpo de las dimensiones de Marte y cuyo resultado fue la formación de la Luna.

Y por último somos también capaces de calcular cómo la gravedad de unos planetas puede modificar, lenta pero constantemente, las trayectorias orbitales de los demás. Y desviarlas incluso hasta el punto de hacer que choquen unos contra otros.

Sea como fuere, ninguno de los cálculos realizados hasta ahora permiten sospechar que la realidad que vemos a nuestro alrededor vaya a cambiar para peor en un largo, larguísimo, periodo de tiempo. Sin embargo, las huellas de la inestabilidad de la que nació nuestro sistema solar siguen ahí, como semillas en estado de hibernación y a la espera de que se den las condiciones para germinar.

Así lo demuestra esta semana en Nature una compleja simulación numérica realizada por los investigadores Jacques Laskar y Mickael Gastineau, del Observatorio de París. De hecho, esas pequeñas desviaciones orbitales tienen la sorprendente capacidad, por ejemplo, de conducir a la Tierra a una colisión directa con Mercurio, Venus o Marte. Aunque eso, según los científicos, no debe preocuparnos, ya que sucedería dentro de varios miles de millones de años.

Los estudios anteriores sobre las trayectorias orbitales de los planetas de nuestro entorno se han basado, hasta ahora, en simulaciones estadísticas obtenidas a partir de los datos y las ecuaciones conocidas sobre el movimiento de los planetas. Ecuaciones que, sin embargo, no sirven cuando se aplican a un mundo que está a punto, o cercano, a una gran colisión.

Pero Laskar y Gastineau han utilizado un nuevo modelo de movimiento planetario. Uno que contempla también las interacciones globales de todo el sistema solar, que tiene en cuenta los efectos predichos por la relatividad general y que es capaz de realizar proyecciones para los próximos cinco mil millones de años.

Las simulaciones se han realizado sobre 2.501 posibles escenarios. Y veinticinco de ellos (es decir, un 1%), llevaban inevitablemente a una alteración de la órbita de Mercurio, que en uno de los casos le conducía a un impacto directo contra la Tierra. Otro de los escenarios muestra cómo, dentro de tres mil millones de años, las órbitas de Marte y de la Tierra pasarán a sólo 794 kilómetros de distancia la una de la otra. Y otros cinco tienen como resultado una violenta expulsión del Planeta Rojo de nuestro sistema solar.

Por lo menos en doscientos de los escenarios estudiados se produce una gran colisión entre planetas. Y en 48 de ellos uno de los mundos afectados es la Tierra…

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