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Didier Queloz. «Con la tecnología actual, ni siquiera podríamos demostrar que hay vida en la Tierra»

Didier Queloz. «Con la tecnología actual, ni siquiera podríamos demostrar que hay vida en la Tierra»
José Manuel Nieves el

Junto a Michel Mayor, Didier Queloz descubrió, en 1995, el primer planeta fuera del Sistema Solar. Se llamaba 51 Pegasi b y su hallazgo inauguró una nueva y apasionante rama de la Astronomía. Desde entonces, decenas de equipos de investigadores se han dedicado a peinar el cielo en busca de nuevos planetas. Hoy se conocen casi 800, y muchos de ellos se parecen, en algún aspecto, a la Tierra. Como reconocimiento a su trabajo, Mayor y Queloz han sido galardonados este año con el Premio Fundación BBVA Fronteras de Conocimiento. ABC ha podido entrevistar a Didier Queloz en Madrid.

– ¿Cuándo podremos decir que hemos encontrado un planeta realmente parecido a la Tierra?

En Ciencia nada es blanco ni negro. Hay muchas formas de responder a esa pregunta y la cuestión está llena de matices. Lo primero que debe tener ese planeta es una masa y una órbita igual o muy similar a la de la Tierra. Pero no basta. Lo interesante es detectar un mundo con el mismo tipo de estructura que la terrestre. Y resulta que hemos encontrado ya muchos así, aunque el problema sigue siendo el de saber por qué la Tierra es como es. Hemos localizado ya muchas supertierras, pero ninguna se puede considerar gemela de la nuestra. La pregunta es: ¿por qué tenemos por un lado la Tierra y por otro los demás, que se parecen pero que no son? ¿Qué hace que nuestro planeta sea tan especial? Lo cierto es que no podemos detectar planetas exactamente iguales a la Tierra. Por eso, lo que intentamos es comprender qué diferencia nuestro mundo de los demás. ¿Es la Tierra un planeta único? ¿O es, por el contrario, un tipo de mundo común?

– Si se han visto ya tantos planetas similares al nuestro, ¿por qué resulta tan difícil encontrar un gemelo?

En primer lugar, es difícil encontrar planetas. Cualquier planeta. Hemos hecho progresos, es cierto, pero la caza de planetas extrasolares sigue siendo algo que está en el límite de lo que la Ciencia puede hacer. Quince años después de haber encontrado el primero hemos avanzado mucho, pero sigue siendo algo muy complicado. La misión Kepler, por ejemplo, ha encontrado planetas pequeños, como el nuestro, pero seguimos sin saber exactamente lo que son.

– ¿Por qué?

Hay mucha ambigüedad sobre lo que pueden ser esos objetos. En el Sistema Solar, por ejemplo, tenemos de todo. Hay planetas rocosos y gaseosos, grandes y pequeños… Pero ahí fuera hay mucha más diversidad de la que se puede observar aquí. La realidad es mucho más compleja de lo que parece. Cuando decimos que un planeta es del «tipo Tierra», lo hacemos con mucho cuidado. No basta con que coincidan el tamaño, la masa y la órbita. En este punto no hay acuerdo en la comunidad científica. Hemos detectado ya todo un rango de objetos que tienen entre la masa de la Tierra y la de Neptuno. Pero no sabemos lo que son… Los llamamos «supertierras», pero pueden ser gaseosos, acuáticos, rocosos, o una mezcla de todo ello. Por eso la idea de que hay gemelos idénticos es muy ingenua.

– ¿Cuándo cree que se producirá el gran anuncio? ¿Habrá que esperar mucho?

El siguiente gran paso es lograr medir las atmósferas de todos esos planetas. Y las grandes noticias se producirán cuando podamos evaluar algo en la atmósfera que demuestre la vida en alguno de esos mundos. Pero llegar a eso es difícil. Primero hay que encontrar el planeta, luego que esté en el sitio adecuado. Luego que tenga atmósfera. Y luego que tenga vida. No es tan importante encontrar el gemelo de la Tierra como entender el sistema global al que pertenece cada planeta.

– Usted dijo en Madrid hace unos días que podríamos haberlo encontrado ya sin saberlo…

Sí, lo dije para despertar a la gente. Para que se den cuenta de lo difícil que es. Puede que entre todos los planetas que hemos descubierto hayamos encontrado uno, o varios, como el nuestro, y que no nos hayamos dado cuenta…

– ¿Cómo podemos estar absolutamente seguros de que hemos descubierto vida en otro planeta?

Es algo muy complicado, aunque tenemos algunas ideas al respecto. La más simple, que puede ser un error, es que encontremos oxígeno, porque se supone que el oxígeno se crea a través de la fotosíntesis, que es vida. Por otra parte hay quien prefiere buscar directamente la clorofila. Y luego está el sueño de que algún día podamos sacar, directamente, fotos de los continentes que hay en esos planetas, ver sus estructuras y su composición. Parece una locura, pero no lo es. Algo así se puede conseguir uniendo cien satélites pequeños, o construyendo un telescopio muy grande… de más de un kilómetro. ¿Ciencia ficción? No hay forma de saber dónde llegaremos en 20 años. Hablamos de un telescopio de un kilómetro o más… Pero todo es posible. Piense en Galileo, que hizo sus descubrimientos con un simple catalejo… y mire dónde estamos hoy.

– ¿Si estudiáramos la Tierra desde lejos con los instrumentos actuales, podríamos descubrir, sin miedo a equivocarnos, la vida que hay en nuestro planeta?

No, seguramente no. A 20 años luz de distancia, por ejemplo, ni siquiera seríamos capaces de distinguir la Tierra. De nuestro Sistema Solar sólo veríamos a Júpiter. Y aunque pudiéramos detectar la Tierra, sería imposible decir si en ella hay o no vida… Quizá podremos de aquí a 20 años, pero no hoy. Si alguien dijera en la actualidad que ha encontrado vida en otro planeta sería una broma, o un engaño. Sencillamente, aún no disponemos de la tecnología necesaria para ello.

– Sin embargo, sí que se pueden detectar moléculas orgánicas incluso a miles de años luz de distancia…

Es verdad. Encontramos moléculas orgánicas muy lejanas, pero eso no es vida, solo algunos de sus componentes, y eso está por todas partes. Nosotros no podemos aún detectar si hay o no vida de forma directa. Por eso, lo que hacemos es plantear otras preguntas. Como por ejemplo: ¿qué tipo de condiciones deben darse para que haya vida? ¿Es la vida algo común o el caso de la Tierra es una excepción?

– ¿Y cuál es su opinión personal al respecto?

Yo, como físico, opino que cualquier cosa que veamos aquí puede existir también en otros lugares. La Naturaleza sigue una serie de leyes, que son universales. Por eso se trata de una simple cuestión de estadística. Ahí fuera hay billones de estrellas, y si en alguna de ellas se dan las condiciones para que se cumplan, esas leyes naturales se cumplirán. Por eso, creo que debe haber vida en muchos lugares fuera de la Tierra. Sin embargo, si le preguntas a un biólogo, te dirá que no, que la vida es un proceso complejísimo y difícil, casi un milagro. Un físico mira probabilidades, y resulta que las probabilidades son muchas.

– ¿Se refiere usted a cualquier forma de vida, incluso muy simple, como una bacteria, o a formas de vida más compleja, incluso inteligente?

– No, no… Me refiero a la vida como fenómeno, en general… Sin embargo, también creo que la vida en forma de especies inteligentes, como la nuestra, capaces de construir civilizaciones y de explorar el espacio, debe de ser muy poco frecuente. Y si se ha producido, esas especies no tienen por qué ser contemporáneas a nosotros. La Humanidad sólo tiene un par de millones de años, y el Universo tiene 13.700 millones de años. ¿Cuánto puede durar una especie concreta? Podría haberse producido en cualquier otro momento y no precisamente ahora… Hace apenas unos cientos de años que empezamos a estudiar el Universo.

– Usted ha descubierto ya más de cien mundos. ¿Cuál de ellos le resulta inolvidable y por qué?

Ninguno se puede comparar a 51 Pegasi b, que fue el primero. Fue en 1995 y tuvimos que convencernos a nosotros mismos de que realmente habíamos encontrado un planeta. Después, cuando ya te has convencido, es más fácil encontrar los siguientes. Para mí, ese descubrimiento cambió mi vida. Todos los científicos vamos poniendo nuevos ladrillos en el edificio del conocimiento. Unos los ponen más grandes y otros más pequeños. Michel Mayor y yo pusimos uno muy grande, pero todo viene de algo, nada llega de repente, sino que somos parte de un proceso y nos basamos en lo que han aprendido otros para ir avanzando.

– ¿Cómo fue el momento del ese primer descubrimiento?

No hubo un momento especial. No hubo un ¡¡¡Eureka, lo tenemos!!! Es una idea que se va abriendo camino, poco a poco… Te pasas años enteros obteniendo datos, midiéndolos y comprobándolos mil veces. Y al final te convences a ti mismo de que la única explicación posible para esos datos es que haya un planeta. Es un proceso lento, incluso doloroso… Incluso cuando estuvimos seguros, teníamos miedo de habernos equivocado en algo, de hacer un anuncio erróneo.

– Fue, como usted ha dicho alguna vez, el cumplimiento de un sueño…

Sí, sin duda… Siempre se lo digo a los estudiantes que vienen y me preguntan. Muchos me dicen que quieren ser astronautas. Y yo les digo que adelante. Solo tenemos una vida y hay que luchar por los sueños, por cumplirlos. Esto es vital para la ciencia. Es difícil hacerse un científico, encontrar un puesto de trabajo cuando eres joven. Hay que irse a otro país, cambiar… luchar sin descanso. Si crees que hay algo que debes hacer, hazlo. Hay que tener constancia y no renunciar nunca. Si insistes lo suficiente, en algún momento te llegará el golpe de suerte que necesitas. Y lo conseguirás.

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