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Así es la mayor tormenta del Sistema Solar

José Manuel Nieves el

Un par de semanas antes de la pasada Nochebuena, un grupo de astrónomos aficionados descubrió una gran mancha blanca en Saturno. Se trataba de una gran tormenta que destacaba sobre la brillante superficie del planeta gigante. No era la primera vez que se observaba algo parecido, pero esta mancha no era como las demás y llamó de inmediato la atención de los especialistas. De hecho, a los pocos días de ser descubierta, se comprobó que crecía de una forma inusitada, hasta alcanzar un tamaño similar al de la Tierra. Los investigadores se dieron cuenta así de que se encontraban ante una tormenta extraterrestre de increíbles proporciones, quizá la mayor jamás observada en todo el Sistema Solar.

Apenas unos días después, se decidió estudiar el extraordinario fenómeno con el mejor de los instrumentos de que disponemos en esa remota región. Y todos los sensores y cámaras de la sonda Cassini, que desde hace años (2004) estudia Saturno y sus satélites, se dirigieron al hemisferio norte del gigante anillado. Fue una feliz coincidencia que, justo en ese momento, la Cassini se en contrara en un punto que permitía una vista privilegiada del acontecimiento. El 24 de diciembre de 2010, el día de Nochebuena, llegaron las primeras imágenes.

El inmenso núcleo de la tormenta segúia creciendo. Y al mismo tiempo se estaba formando una enorme “cola” de nubes blancas que, ya en aquellas primeras fotografías, tenía diez veces el tamaño de nuestro planeta. Apenas dos meses después, la larga cola blanca había rodeado por completo Saturno.

Otras cuatro grandes manchas blancas se habían visto con antelación en Saturno durante los últimos 130 años. Manchas que se producen a intervalos más o menos regulares de unos treinta años terrestres, lo que equivale a un año del planeta gigante. Se trata, al parecer, de un fenómeno meteorológico estacional, que tiene lugar de forma cíclica en los veranos de Saturno.

Pero la mancha de la pasada Nochebuena no sigue ese patrón. De hecho, se ha producido demasiado pronto (acaba de empezar la primavera en el planeta, faltan unos ocho años terrestres para que llegue el verano) y sus dimensiones, intensidad y poder son extraordinariamente grandes, incluso para el planeta anillado.

Así que desde las pasadas navidades varios grupos de astrónomos, entre ellos el español Agustín Sánchez-Lavega, de la Escuela Técnica Superior de Ingenierıa de Bilbao, no han quitado ojo a la intrigante mancha blanca. El resultado son dos artículos que aparecen hoy en la revista Nature.

En el primero, Sánchez-Lavega analiza con detalle la gran mancha y explica que se trata de un sistema tormentoso masivo, que de alguna forma aún por explicar extrae calor y humedad de lo más profundo de la atmósfera del planeta.

En el segundo, George Fischer, del Instituto de Investigaciones Espaciales de la Academia Austríaca de Ciencias, demuestra que la enorme tormenta provoca contínuas descargas eléctricas de una intensidad jamás observada hasta ahora.

Cada rayo, según explica Fischer en Nature, es unas diez mil veces más fuerte que cualquier rayo que se produzca en la Tierra. Y, por si fuera poco, en el núcleo de la gran tormenta esas descargas se producen hasta diez veces por segundo. Los investigadores creen que la violencia de estas descargas se debe a la presencia de numerosas células tormentosas combinadas en el enorme núcleo del sistema tormentoso, que actualmente tiene un diámetro de cerca de 8.000 km.

Ya el pasado mes de agosto, antes de que se detectara la gran mancha blanca, el propio Fischer consiguió, por primera vez, obtener imágenes y sonido de una tormenta de rayos en Saturno. El vídeo, que se hizo público en abril de este año, es el que puede verse bajo estas líneas.

Pero volvamos a la gran mancha blanca. Durante dos meses, Sánchez-Lavega y sus colegas han estudiado la tormenta, que no ha dejado de estar activa y que afecta ya a todo el hemisferio norte del planeta. “Se trata -afirma el científico español a ABC- de un fenómeno parecido a las gotas frías del Mediterráneo. Hay grandes bolsas de vapor de agua caliente en las capas bajas de la atmósfera hasta a 250 km por debajo de la tormenta. El agua caliente sube y al chocar en la alta atmósfera con aire más frío se condensa y forma nubes”.

Estas nubes, sin embargo, aunque contienen algo de agua, no son como las nuestras, ya que están formadas por pequeños cristales de amoniaco. Una vez han ascendido, “los vientos hacen el resto y las reparten por todo el planeta”.

Por desgracia, ni siquiera los instrumentos de la Cassini son suficientes para explicar con exactitud cómo puede llegar a producirse un “monstruo meteorológico” de estas proporciones. “No sabemos -afirma a ABC Sánchez-Lavega- cómo es posible que la poca radiación solar que llega a Saturno pueda penetrar tan abajo en la atmósfera del planeta y disparar esta clase de tormentas tan grandes. Es posible que todo empiece con pequeñas tormentas que después se unen y forman una mucho mayor, pero no lo sabemos. Los modelos que hacemos en ordenador no producen tormentas mayores de mil km, y ésta es diez veces más grande”.

“Así que por ahora -concluye Sánchez -Lavega- lo único que podemos hacer es seguir observando”.

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