ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Las aventuras de una madre primeriza por Teresa Zafra

La generación de la “idiomitis”

Teresa Zafra el
Yo pertenezco a la generación de la “titulitis”, esa en la que todos teníamos que acceder a la universidad, porque todos somos iguales, porque todos podemos, porque había becas y porque, sin estudios universitarios, parecía que no había otro destino que vivir en la indigencia. No voy a analizar esta realidad ni sus consecuencias, porque no es de lo que quiero hablaros en este post, pero os prometo que el hecho de que haya tantos titulados superiores de mi edad me ha hecho en ocasiones cuestionarme si no habría habido para mí otro camino, fuera de la universidad, que nunca me mostraron ni me recomendaron.

Mi hijo evidentemente pertenece a otra generación. A sus trece meses recién cumplidos, la universidad aún le queda lejos, pero, sin embargo, ya sufre otra “itis” que creo va a definir a su generación tanto como la titulitis definió la mía.

Los niños de hoy en día sufren la “idiomitis”, palabra que, si bien me he medio inventado para definir una obsesión social por que los niños de hoy en día hablen el mayor numero de idiomas posibles, reconozco que no me importa que suene como si tuviera algo que ver con la palabra idiota, porque eso es lo que me parece, una idiotez, el llevar al extremo este tema del poliglotismo.

Creo, aunque podría equivocarme, que al igual que la generación de nuestros padres proyectó en nosotros su ilusión por los estudios universitarios como forma de tener más oportunidades que las que ellos tuvieron y ascender en la escala social, nosotros, los padres de hoy en día, queremos que nuestros hijos no sufran la precariedad en la enseñanza de idiomas que nosotros padecimos. La intención es estupenda, pero creo que las formas nos están haciendo perder la razón.

Ante todo, aclararé que veo fundamental que las nuevas generaciones (y las antiguas) hablen inglés, u otro idioma que les permita abrir la mente, tener más oportunidades laborales y enriquecerles culturalmente, pero estoy totalmente en desacuerdo con algunas prácticas que parecen querer convertirse en habituales y que nos están haciendo perder el norte:

1. Las clases particulares de idiomas para niños de menos de 6 u 8 años. ¿No es suficiente con las horas que les dan en el colegio y con, por ejemplo, utilizar en casa dibujos animados, libros o películas en lenguas extranjeras como apoyo?

2. La falsa idea de que si un niño no aprende idiomas desde la cuna nunca va a poder aprenderlos: los adultos no somos idiotas ¿o es que una persona no puede empezar a aprender un nuevo idioma pasados los 10 años?

3. El concepto de que todos tenemos que saber idiomas para poder triunfar en la vida. Creo que, independientemente de las inquietudes personales de cada uno, existen profesiones en las que una persona puede destacar sin conocer otras lenguas de forma experta: un buen cocinero, un deportista, el director del banco de nuestro barrio o el médico de nuestro centro de salud pueden desempeñar su trabajo de forma excelente sin saber idiomas.

 

Más allá de todo esto, me preocupa más aún que la propia obsesión por hablar otras lenguas, el hecho de que se utilice la “idiomitis” como cortina de humo para ocultarnos otras necesidades de nuestros hijos. Estamos cansados de escuchar las bondades de tal o cual colegio en base a sus enseñanzas en lenguas extranjeras, pero seguimos formando a niños que no dominan la gramática ni la ortografía castellana , que no conocen algunas de las normas básicas de educación, y que muestran poco respeto por mayores y autoridades. ¿No deberíamos invertir también esfuerzos en estos campos? ¿No deberíamos también estar poniendo el grito en el cielo ante estas carencias?

Yo lo tengo claro, y, aunque en casa nuestro peque solo ve dibujos animados en inglés, elegimos su guardería y no otra en la que enseñaban además del imprescindible inglés, chino, por un motivo de peso: su objetivo principal de los 0 a los 3 años es el de formar niños educados, responsables y autónomos. Lo demás, viene luego.

maternidad
Teresa Zafra el

Entradas más recientes